martes, 20 de julio de 2010

LOS GREMIOS ESTATALES CON POCO ECO ENTRE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS PROVINCIALES.

Salvo honrosas excepciones, hoy el sindicalismo riojano vive una crisis de representatividad muy aguda y no se avizora en el futuro mediato alguna variable que pueda torcer ese rumbo. Pero ¿qué fue lo que colocó a los gremios estatales en ese tan poco deseable lugar?. En esta cuestión hay que buscar las razones en varios factores que van desde la indiferencia que hoy sienten hacia los gremios los empleados públicos y también del escaso margen de participación que los últimos gobiernos provinciales le otorgaron al sector sindical. Quizá haya un hecho clave que sirva como punto se inflexión para ahondar en este análisis y que se remonta al 9 de diciembre de 1993. Aquel caluroso día se produjo la mayor protesta popular de que se tenga memoria en contra de un gobierno provincial. Miles de trabajadores estatales encabezados por dirigentes sindicales colmaron la Plaza 25 de Mayo para expresarle al gobierno de Bernabé Arnaudo su rotundo rechazo a la ley ómnibus que pretendía dejar a 5000 trabajadores en disponibilidad. Aquella protesta social significó un duro golpe para el gobierno de Arnaudo del que ya no se podría recuperar y que dejó como postal más (tristemente) famosa la quema de la puerta de la Casa de Gobierno. Y fue precisamente en el Riojanazo donde se produjo un quiebre, un cisma que a la postre provocó el alejamiento de los trabajadores de las entidades sindicales. En aquella fervorosa jornada, Miguel Angel “Lito” Asis -secretario general de la Asociación de Trabajadores Provinciales (ATP)- era uno de los protagonistas que encabezaban la protesta social. Pasó el Riojanazo, Arnaudo terminó su gobierno y luego Angel Eduardo Maza llegó a la Casa de las Tejas. Pero con el advenimiento del mazismo, algo comenzó a cambiar en el escenario gremial y que tuvo como imagen más fuerte el arribo del otrora líder sindical “Lito” Asis a las filas del gobierno de Maza en donde llegó a ser vicegobernador, entre otros importantes cargos que ocupó a lo largo de una buena parte de aquella gestión de gobierno. Ese “cruce de vereda” de Asís se tradujo en un profundo descreímiento de parte de los empleados públicos en el rol que desempeñan los dirigentes gremiales. Tal vez allí se encuentre el germen de esta crisis de representatividad que hoy padecen los gremios. Esto es reconocido por gran parte del sindicalismo actual que -con mucha autocrítica- admiten que ese hecho fue leído por los trabajadores como una traición y que dejó una huella profunda difícil de superar. Transcurridos ya poco más de 16 años del Riojanazo, hoy la arena político sindical encuentra a los gremios locales cumpliendo un rol por demás secundario, un papel que ni siquiera es el de ser actores de reparto sino más bien extras que sirven para decorar la escena. La falta de adhesión de los trabajadores a las medidas de fuerza dispuestas, el descrédito cosechado durante todos estos años se traduce en movilizaciones escuálidas a las que solo asisten los propios integrantes y delegados de cada gremio. En los últimos años, son reiterados los reclamos de los gremios por pedidos de recomposición salarial pero cada vez que organizan una marcha o realizan un paro los grandes ausentes son los principales interesados -y eventuales beneficiados- en caso de que el gobierno de turno accediera a esas demandas. Si los sueldos de los estatales riojanos figuran entre los más bajos de todo el país ¿porqué los trabajadores no salen a las calles a pedir un aumento salarial? ¿porqué se quedan esperando que el Gobierno decida cuánto, cómo y desde cuándo otorgar una mejora?. Una respuesta rápida y facilista que ya es habitual escuchar es que “la gente tiene miedo de que la vean protestando” porque “La Rioja es chica y acá nos conocemos todos”. Pero esa quizá sea una lectura reduccionista de la relación entre los gremios y los trabajadores. Los últimos gobierno provinciales también han hecho un aporte importante para que los gremios estén hoy condenados a su dura realidad. Tanto durante la era mazista como en la actual gestión de Luis Beder Herrera, el Gobierno ha decidido poner en práctica una política salarial unilateral y con escasa propensión al diálogo con los distintos sectores sindicales. El eterno y consabido discurso oficial de que La Rioja es una provincia pobre que depende de la asistencia financiera de la Nación es y ha sido siempre la razón esgrimida por el poder central para dejar de lado a los gremios y disponer aumentos según sus propios criterios y no en base a una verdadera negociación salarial. Cada vez que el Gobierno otorga un aumento -que en general rondan en mejoras del 15 por ciento- los gremios hacen oir su descontento y cuestionan no sólo el monto del incremento, sino fundamentalmente la modalidad y las características del mismo. Que el aumento es inconsulto, que es no remunerativo y que es insuficiente forman parte de los discursos que emanan de casi todos los sectores sindicales, incluso entre gremios que entre sí mantienen profundas diferencias. Hoy existen los llamados gremios disidentes u opositores, entre los que se encolumnan el SITRAPP, el SOEM y la CGT Disidente, entre otros y que siempre tienen un discurso crítico hacia el Ejecutivo Provincial. Del otro lado están aquellos sindicatos afines al Gobierno. En este último grupo los principales representantes son la ATP y la CGT oficial que cumplen un papel muy alejado de lo que se espera de un gremio. Es más, la CGT local ha oficiado en varias oportunidades de vocero del Gobierno actual y en más de una ocasión ha salido a justificar al Ejecutivo en su imposibilidad de otorgar aumentos salariales sustanciales y a la medida de lo que reclaman los gremios opositores. Pero en este escenario sindical hay un caso sobre el que vale la pena hacer un párrafo aparte. Es el caso de la Asociación de Maestros y Profesores (AMP). Durante todo la gestión de Angel Maza, el mayor gremio docente de la provincia estuvo condenado al ostracismo y eran frecuentes sus crudos enfrentamientos con aquel gobierno a raíz de la reiterada negativa de Maza de recibir al sindicato que encabeza Rogelio De Leonardi. Con la llegada de Beder Herrera al Gobierno todo cambió para AMP y para los docentes riojanos. Primero con Carlos Luna y ahora con Walter Flores, el gremio docente logró abrir un canal de diálogo sostenido con el Gobierno y que con el correr de los años se tradujo en sendos acuerdos salariales. Ese diálogo salarial fue tomando forma y se terminó transformando en la apertura de una paritaria docente que en septiembre próximo cumplirá dos años. En ese ámbito, AMP logró importantes acuerdos salariales que hoy ubican al sueldo básico docente en el tercero más alto de todo el país. AMP es la excepción a la regla. Es el único gremio estatal con el cual el Gobierno abrió paritarias y con el que discute mejoras y otras reivindicaciones salariales y laborales. Ya sea antes -cuando Maza se oponía sistemáticamente a hablar con el gremio- o ahora -cuando Beder Herrera le abrió las puertas del diálogo- AMP es el único sindicato que con el correr de los años ha logrado sostener la representatividad y la legitimidad que logró ganarse dentro del sector docente. Antes la unión y la adhesión al gremio nacían a partir del infortunio, del hecho de no ser tenidos en cuenta. El gremio supo bañarse en esas aguas y se forjó una reconocida fama de combatividad. Hoy el panorama cambió y a AMP y los docentes ya no los une el espanto o la desgracia sino el éxito de los laureles que se supieron conseguir.

No hay comentarios: