sábado, 10 de julio de 2010

UNA PULSEADA EN SU MÁXIMA TENSIÓN.

Frente al avance de los Kirchner en favor del reconocimiento legal del matrimonio entre personas del mismo sexo, la Iglesia ha decidido no quedarse en el púlpito ni detener su ofensiva el miércoles próximo, día de la esperada votación en el Senado. A diferencia de lo que ocurrió hace 23 años, cuando se sancionó la ley de divorcio vincular y la Iglesia se resignó a aceptar la votación adversa, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, está resuelto a dar pelea frente a los Kirchner, más allá de la votación del miércoles. Por eso no puede resultar extraño que ayer se registrara uno de los puntos de mayor tensión en el creciente enfrentamiento que la Iglesia y el Gobierno mantienen desde la asunción al poder de Néstor Kirchner. El ex presidente identifica al cardenal primado con los sectores más duros de la oposición política. El fuerte debate sobre el matrimonio gay divide como nunca las aguas entre Bergoglio y los Kirchner. Jamás se había llegado a acusaciones recíprocas de presiones y actitudes desafiantes tan extremas en los sucesivos cruces que se dieron con las denuncias de la Iglesia sobre la pobreza y las crisis que debilitaron las instituciones. Pese a que en el Gobierno se intentan limitar las diferencias al debate de la ley del matrimonio homosexual, en la Iglesia están convencidos de que lo que está en juego es una práctica de hacer política, en la que domina la concepción de "la presión, el apriete y la obsesión de ganar a cualquier precio". A la Iglesia no le agradó en absoluto la estrategia de la presidenta Cristina Kirchner de subir al avión para el viaje a China a dos senadoras oficialistas que se habían pronunciado inicialmente en contra del matrimonio gay: Ada Iturrez (Santiago del Estero) y Marina Riofrío (San Juan) que se ausentarán el miércoles del debate y no podrán votar en el Senado. En clara señal de distanciamiento, la Presidenta llegó a Tucumán una vez finalizado el tedeum del arzobispo Luis H. Villalba. Y dejó en claro que el kirchnerismo "jamás negó un trato igualitario a las minorías". Lo que subyace en el fondo de esta disputa es el enfrentamiento de Néstor y Cristina Kirchner con Bergoglio, la principal figura de la Iglesia. Luego de siete años de cruces y críticas mutuas, la pulseada encuentra su máxima tensión en el último año y medio del gobierno kirchnerista, que ha comenzado a mostrar signos de desgaste en su relación con la sociedad. En ese escenario, la Iglesia fija su propia estrategia. Y en caso de que finalmente el matrimonio gay se apruebe, sectores católicos emprenderán una campaña para recordar, en vísperas de las elecciones de 2011, los nombres de los legisladores que fueron dóciles al matrimonio presidencial y no votaron según sus propias convicciones. Difícilmente se tome hoy en la Iglesia una decisión de este tipo sin el visto bueno del cardenal primado. Si bien dicha campaña será puesta en práctica por dirigentes laicos, a través de folletos, volantes y cadenas de Internet, muchos sacerdotes mantendrán presente el tema en sus homilías y mensajes. Mañana, por lo pronto, en todas las misas de las iglesias porteñas se leerá una declaración del Episcopado sobre "el bien inalterable del matrimonio y la familia". Y el martes se hará la concentración frente al Congreso, con representantes evangélicos. A eso se sumarán la persistente mirada de los obispos sobre la situación social y los llamados en favor de la erradicación de la pobreza, el desarrollo integral que llegue a toda la población, el fortalecimiento de las instituciones y la reconciliación. En esa línea se movió ayer el arzobispo Villalba, en el tedeum al que no quiso asistir la presidenta Cristina Kirchner. En el Gobierno, en tanto, reclaman que la Iglesia debe reconocer que se ha avanzado en el combate a la pobreza, a partir de la asignación universal por hijo, pero no están dispuestos a dar un paso en el tema de la reconciliación. "Especialmente en lo que se refiere a los delitos de lesa humanidad. En esos casos, sólo corresponde que actúe la Justicia", explicó a LA NACION el secretario de Culto, Guillermo Oliveri.
Mariano de Vedia. LA NACION

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