viernes, 10 de septiembre de 2010

NESTOR KIRCHNER, ¿EL ÚNICO EN LA GATERA?.

En la Argentina, se sabe, las elecciones están siempre cerca. O porque tardan en irse o porque siempre están por llegar. Esta semana, la música funcional de la pelea por el poder volvió a hacerse escuchar. El Gobierno dio vuelta el reloj de arena. Aunque la Justicia aún debe resolver planteos en contra, ya corre el plazo en el que los medios tendrán que vender las licencias que tengan de más para no quedar en infracción frente a la nueva ley. Dentro de un año, cuando la arena haya caído toda, faltarán sólo 43 días para las elecciones presidenciales. La campaña, que promete ser cualquier cosa menos mansa y previsible, estará en sus horas cruciales. Ubicado el horizonte, vale volver la mirada a los días que corren. El mapa preelectoral combina fronteras difusas con límites infranqueables, decisiones ya tomadas con movidas que no se conocerán hasta el último minuto y unas pocas certezas entre pilas de chicanas, tironeos y codazos por un cupo ciertamente limitado. Una carrera con pocos andariveles y con Néstor Kirchner, en apariencia, como el competidor con el camino más allanado para transformarse en candidato para las próximas elecciones. Antes, todos deberán sortear la interna, desde ya. En el PJ no kirchnerista la guerra de egos, inseparable de las heridas de susceptibilidad, suma batallas. Eduardo Duhalde intenta poner orden en la granja y dar por superado el haber sido excluido de la última cumbre en casa de Francisco De Narváez. "A mí no me interesan las cenas, prefiero la política diurna", deslizó más ofendido que mordaz. Sin demasiada sutileza, Felipe Solá le recordó que los pases de factura mediáticos pueden salir caros y que los trapos sucios más vale lavarlos en casa, bien lejos de miradas indiscretas. De Narváez blanqueó que sus ansias de ser presidente no lo desvelan, como pareció en algún momento, y que su pelea es hoy por la gobernación bonaerense, carrera para la que su nacionalidad no es obstáculo. Carlos Reutemann sigue todo, tan atento como mudo. En el Acuerdo Cívico se despejó una incógnita, pero aún arrecian las preguntas. Por ahora, las internas no se adelantarán. Julio Cobos respira aliviado. La posibilidad (y el costo) de renunciar a la vicepresidencia este año dejó de ser opción. La incomodidad por su paradójica condición de candidato opositor y segundo en la línea de sucesión permanece de todas formas en pie. Ricardo Alfonsín sigue haciendo de los buenos modos y la conciliación sus principales cartas. A la espera de la interna, el mendocino y el bonaerense fijan reglas para no pisarse. Habrá que ver si las buenas intenciones se vuelven acto o si, en el fragor de la lucha, se diluyen en el olvido. Elisa Carrió puso en escena su portazo más reciente: sin lanzarse, presentó su programa y a sus candidatos. La movida es una instancia más en el divorcio de sus socios, pero no alcanza para decir que el destino de la líder de la Coalición Cívica de cara a 2011 esté sellado. En los últimos días la diputada volvió a poner sobre el paño la idea de la "pata peronista". ¿Teléfono para Solá?. También se ocupó de alimentar el misterio en torno a una posible postulación presidencial. Lejos de redoblar la apuesta, Hermes Binner hizo gala de la "lentitud" que Carrió les endilgó a los socialistas. "Sabemos que falta para las elecciones y seguimos con el mismo entusiasmo de gobernar la provincia", dijo. Una vez más, esquivó las definiciones sobre su deseo (o disponibilidad al menos) de pasar de la Casa Gris a la Casa Rosada. También Pino Solanas intentó delinear su terreno. Volvió sobre los pasos que hace no muchos días lo habían llevado a hablar de "coincidencias" con Carrió. "Se corrió muy a la derecha", disparó. También dejó claro que podría acordar con el socialismo, pero que con los radicales no iría ni a la esquina. Mientras tanto, como un padre bueno y generoso, Kirchner manda a ministros, gobernadores e intendentes a hacer campaña por la gobernación bonaerense. La diversidad que promueve para la pelea por la provincia tiene su opuesto en sus planes para la disputa por la presidencia, donde se maneja con la más cerrada de las certezas: el candidato no será otro que él mismo (tal vez su mujer), salvo que las encuestas auguren una derrota ineludible. Con la gestión de Cristina Kirchner como principal herramienta de campaña, y mientras la oposición se debate entre los personalismos y el conventillo, el ex presidente aparece como el único con el camino despejado para transformarse en candidato, sobre todo si el peronismo disidente finalmente compite por afuera. Más allá del gastado dilema "pingüino, pingüina", el santacruceño es el único que ya está en la gatera. Listo para largar una carrera que promete ser despiadada.

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