lunes, 6 de septiembre de 2010

RICARDO QUINTELA MIRA EL 2015 COMO EL AÑO DE TRASPASO DEL PODER.

La tarde-noche del miércoles pasado tenía ruidos políticos. La avenida Perón convocaba a periodistas y referentes quintelistas, encabezados por el líder político del Palacio Municipal. Llovizna y frío eran testigos de los movimientos que se daban en una vieja casona, hoy reducto político del sector del intendente capitalino, financiado por el aporte de los funcionarios, a través de descuentos en los recibos de sueldos. En el primer piso, de lo que fue el comedor de esa vivienda, Ricardo Quintela se ubicaba en la punta de una mesa de roble entre el humo de un cigarrillo y el mate, siendo fiel compañía en cada reunión política. Las preguntas de los periodistas eran escuchadas por Armando Molina, secretario deliberativo, y los asesores de prensa Carlos Atencio y Miguel Galeano. Algunas chicanas de los propios colegas por celos propios de una profesión invadida por políticos en medios de comunicación también se mezclaron entre café y alguna gaseosa a temperatura ambiental. Quintela llevó casi el 80 por ciento de la conversación con la mayoría de los periodistas capitalinos en cuestiones institucionales y siempre trató –hasta que ya no pudo evadir- hablar de política, presente y futuro. Un jefe comunal prolijo en su vestimenta, quizás supervisado por una mujer que ha vuelto para poner orden en su vida privada. “He cambiado”, reconoció Quintela para poner testigo a sus colaboradores, al destacar que hoy escucha todas las opiniones. No es el Quintela de las dos últimas elecciones, que su corazón le hacían perder la razón. Hoy mide las palabras, trata de no crear suspicacias políticas, y dice que no es el momento para romper relaciones. Se considera el mejor amigo político de Luis Beder Herrera y lo mantiene ante los periodistas, que hoy el gobernador no tiene contrincantes, por lo menos en el oficialismo, aunque los sondeos posicionan a líderes opositores. Digiere la consulta si se ve gobernando la Capital con otro signo político en la provincia y el país, y lleva la respuesta al ámbito nacional, mientras hace valer el voto de su hermana Teresita en el Congreso. La primera parte del encuentro con los medios fue centrada por dos periodistas, que luego se dieron cuenta que no eran un programa matinal sino un momento para sacarse dudas. Sonaba algún celular, llegaba algún periodista desde una radio, y otro pedía abrir las ventanas por el humo del cigarrillo. Con testigos pocos fieles, ya que son los primeros en difundir los secretos mejores guardados, o sea los periodistas, Quintela dejó pensamientos políticos: está dispuesto a buscar un tercer mandato en la Intendencia con un acuerdo financiero de respaldo, con el fin de hacer obras que tanta falta le hacen a la ciudad; como así también no le gusta la idea de ser vicegobernador. No lo dice, pero el intendente cree que su espacio será un piso de tranquilidad para que Beder Herrera busque la reelección, y eso le dará oxígeno financiero para concretar su ciudad de los sueños. De no llegarse a eso, es una intriga, aunque todos los caminos llevan a un gran acuerdo político entre el quintelismo y el bederismo, el mismo que hoy está vigente, pero con un plazo de cuatro años. Si hubieran sido otro tiempos, Quintela ya se hubiera peleado con el gobernador e intentaría arrebatarle el poder provincial. Ha cambiado y lo sostiene, hoy es más estratega y habla de procesos: la mayoría no piensa en el 2011 sino en el 2015. Habla del poderío del peronismo local cuando se une y si lo sabrá la oposición real. Ya a esa hora el frío era más intenso y la noche estaba cerrada con una avenida Perón casi sin movimiento vehicular. Alguien ponía como excusa cualquier tema para retirarse y Quintela haría lo propio con el objetivo de haber cumplido: que todos sepan que ha cambiado y todo indica que el 2015 será su turno, aunque la política es el arte de lo posible, y en un minuto todo puede cambiar.

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