miércoles, 18 de marzo de 2009

EL DECLIVE LAS CERTEZAS Y LOS INTERROGANTES.

Las decisiones intempestivas de un presidente en las sombras, las febriles e inciertas negociaciones de la oposición, la desorientación de los votantes y los enfoques de urgencia de analistas y medios de comunicación arrojan una imagen de fuerte volatilidad. Cualquier cosa puede ocurrir, nadie sabe qué pasará. Sin embargo, es posible distinguir certezas de interrogantes. La principal evidencia es que estamos ante un gobierno en declive. Las pruebas son inequívocas. En primer lugar, todos los indicadores que estiman el desempeño oficial han descendido. Para hablar sólo de opinión pública: cayeron la imagen de gobierno, la confianza en la gestión, las expectativas de futuro, la aprobación de la política económica. El trasfondo de estos resultados adversos es un fenómeno sociológico y político clave: la clase media abandonó al Gobierno. Según la experiencia de los últimos años, este hecho es difícilmente reversible. Cuando la clase media se despide no regresa. En segundo lugar, asistimos a un cambio de relaciones de fuerza entre el Gobierno y sectores sociales y políticos propios y ajenos. La rebelión del justicialismo, que no cesa, es un signo. Y el ánimo de converger de la oposición, aun con contradicciones, parece un camino sin retorno. A eso hay que agregar la punta de lanza del campo, que con su tenacidad para mantenerse unido bajo el formato novedoso de "Mesa de Enlace" (una fórmula inspiradora), ya ha vencido al Gobierno. Y un dato más: el sindicalismo no es a esta altura un socio confiable, apenas guarda las formas, mientras acomoda el cuchillo debajo del poncho. En tercer lugar, el frente fiscal, con escasa capacidad para maniobrar ante la crisis global (el Gobierno, con inconsciencia de cigarra, no ahorró para los tiempos difíciles), complica al poder y anuncia un horizonte de insolvencias con fuerte impacto social y político. Las provincias darán las primeras malas noticias. Por último, hay que computar entre las certezas la psicología política de Kirchner. El ex presidente es una suerte de incrustación trágica en la democracia. Su fantasma querellante, para usar jerga psicoanalítica, parece dominarlo fatalmente. La obsesión de dividir para reinar produce el efecto paradójico de unir a los que jamás imaginaron estar juntos. La historia del rey Macbeth es muy instructiva al respecto. Hasta aquí lo que damos por cierto. ¿Cuáles son los interrogantes? En lo inmediato, si el Congreso aprobará el adelantamiento de las elecciones. Después, cuál será el resultado. Se sabe que el Gobierno resignará bancas, distritos y acaso el recuento nacional. Pero también puede ganar, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, si la oposición no presenta una única lista, lo que es considerado poco probable a estas horas. ¿Cómo asimilarán el previsible retroceso los Kirchner? ¿Tolerarán gobernar hasta 2011 sin mayorías, si las pierden? ¿La oposición estará en condiciones de hacer una propuesta seria? ¿La gente recuperará la confianza o seguirá huyendo al dólar? Una incertidumbre resume todas estas preguntas, aún sin respuesta: A la Argentina, ¿le aguarda la alternancia o la ingobernabilidad? Si fuera lo primero habremos dado un paso considerable para ser un país consistente, dejando atrás pesadillas de nuestra democracia. Si fuera lo segundo, confirmaríamos cierta fatalidad argentina. De la lucidez de los actores dependerá no perder las oportunidades que aún permanecen abiertas. Eduardo Fidanza. El autor es director de Poliarquía Consultores

No hay comentarios: