A partir de la iniciativa del gobernador Beder Herrera, La Rioja cuenta con un nuevo símbolo de identificación: el Poncho Riojano. Considerado una segunda bandera de la provincia, los flamantes ponchos serán usados con orgullo y convicción por la delegación de gauchos que representarán a la provincia en los festejos que se realizarán en Buenos Aires, con motivo del Bicentenario de la Patria, y durante las celebraciones por el 419 aniversario de la fundación de nuestra ciudad. Un documento elaborado para fundamentar y explicar el diseño y la realización del nuevo emblema provincial señala que el color rojo del fondo o campo de la prenda está asociado al federalismo por el que dieron la vida nuestros caudillos. En ambos lados, se observan listados impregnados de los colores típicos de la paleta de nuestra tierra y, en forma paralela, se observa una guarda usada en la decoración por los Capayanes, un pueblo aborigen que habitó nuestra tierra y de quienes rescatamos su bravura y coraje. Esta guarda simboliza a la tierra en su perfil de montaña y “está trabajada en espejo, como lo hacían nuestros pueblos originarios”, señala el documento. La cruz que se forma centrando la guarda representa la lluvia y simboliza el llamado al agua que realizan los habitantes de nuestra región desde tiempos inmemoriales. El color negro de la terminación transversal de la boca del galón simboliza el luto respetuoso y eterno y la reivindicación de todos los riojanos que murieron en pos de un ideal. A nivel etimológico, “los lingüistas ubican a la palabra poncho dentro del área de habla araucana (…) y sería un préstamo para designar a la prenda de tejido típicamente andina”, señala la investigación. La prenda fue diseñada a partir del trabajo conjunto de un equipo coordinado por la diputada nacional, Hilda “Beba” de Soria e integrado por la investigadora, Silvia Quintero Elías, el diseñador textil Marcos Caram y la artesana Adriana Zárate. En su sesión del pasado 13 de mayo, la Legislatura instituyó con carácter oficial, como símbolo distintivo de la provincia, el llamado poncho riojano, mediante un proyecto que lo hizo propio toda la Cámara de Diputados. La investigación realizada por la licenciada Quintero Elías explica que el poncho “es una segunda bandera que integra el imaginario de una tradición de paz y cobijo en la que los argentinos nos encontramos y nos reconocemos”. “Queda en la memoria colectiva, esa imagen de ponchos revoleados, signo festivo de integración de regionalismos ricos y diversos en un sólido proyecto de comunidad nacional”, agrega. “A lo largo de la historia, el poncho se afianzó como abrigo típico y signo distintivo de la identidad regional y personal, en el extremo sur de la América indígena y gauchesca”, señala la investigación. Previo a la llegada de los conquistadores, el poncho fue una prenda de “extendida difusión; y a partir de la presencia europea, adquirió y reinterpretó nuevas técnicas y diseños dentro del marco del proceso de transferencia cultural sufrido a partir de la conquista de nuestro continente”, señala el documento. Hallazgos arqueológicos realizados en nuestro continente destacan la presencia del poncho en el ajuar funerario de los pueblos originarios. Los Incas denominaron a esta prenda como UNKU y se proveían de lana de los camélidos de la zona para confeccionar estas prendas. Con el tiempo y a partir de la reproducción de las pocas ovejas traídas a través del atlántico por los conquistadores, la lana de esta especie se convirtió en el material de uso más frecuente en los telares tradicionales. La investigación señala además que “entre los ponchos sudamericanos se destacan los de filiación jesuítica”, elaborados en las misiones de Perú y el Alto Perú. Esta versión del poncho tradicional era de importantes dimensiones, permitiendo que los indígenas pudieran cubrirse sus piernas, ampliando así las medidas del ponchillo. En materia estética, la conquista también repercutió en los diseños de este tipo de prendas en nuestro continente. Las nuevas corrientes mestizaron las artes decorativas, incluida la vestimenta. El poncho también fue usado por soldados y oficiales durante la guerra de la independencia y quedó inmortalizado el poncho azul y blanco que Dorrego ató al campanario de la Merced luego de hostigar al ejército realista en Salta. Finalmente, a nivel etimológico, “los lingüistas ubican a la palabra poncho dentro del área de habla araucana (…) y sería un préstamo para designar a la prenda de tejido típicamente andina”.
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