martes, 27 de julio de 2010

COBOS Y ALFONSÍN CON UN GESTO DE UNIDAD PARA ENFRIAR LA INTERNA.

El final fue idílico. Con la marcha radical sonando a todo volumen, Julio Cobos y Ricardo Alfonsín levantaron sus manos unidas en señal de victoria y, sobre todo, de unidad. Fue la imagen que los dos habían venido a buscar, aunque el vicepresidente pagó el costo más alto: tuvo que soportar un clima hostil, en una Federación de Box copada por el alfonsinismo porteño, con vivas permanentes en favor del diputado de Chascomús. "¡Se siente, se siente, Ricardo presidente!", fue el cántico más repetido junto con algunos silbidos, que Cobos aguantó con cara de póquer. En cambio, el presidente de la UCR, Ernesto Sanz, y los jefes de los bloques de la UCR en Diputados, Oscar Aguad, y en el Senado, Gerardo Morales, hicieron gestos de disgusto. Al fin y al cabo, el acto había sido pensado para mostrar un radicalismo unido y sin divisiones. Más allá de la anécdota, que corrió por cuenta de la militancia, el objetivo se cumplió. Alfonsín y Cobos se dieron la mano, se palmearon la espalda, se sentaron juntos y se defendieron mutuamente. "Era su pueblo y, como autoridad de la Cámara de Diputados, era su obligación estar", dijo Cobos a La Nacion, en defensa de la presencia de Alfonsín en un acto con la presidenta Cristina Kirchner en Chascomús. Esa foto había desatado las críticas de Elisa Carrió y de varios cobistas, pero el vicepresidente se distanció de eso. "Era un homenaje a mi padre, pero es un anécdota ya superada"; también evitó polemizar Alfonsín, que auguró "muchos más encuentros" con el vicepresidente. Además, los dos confirmaron que trabajan en un acuerdo de gobernabilidad con otras fuerzas políticas de cara a 2011. "Cada partido pone su impronta, pero los problemas estructurales del país tienen que resolverlos toda la dirigencia", en palabras del vicepresidente. Los dos hicieron estas declaraciones cuando ingresaban en el gimnasio de Castro Barros, porque esta vez ellos no fueron los oradores. La excusa fue celebrar los 120 años de la Revolución del Parque contra el régimen de Juárez Celman (hito fundacional de la UCR) y, de paso, poner en funciones a las nuevas autoridades de la UCR Capital. Pero el protagonista del acto fue Sanz, el último orador y el más festejado. El presidente de la UCR dijo que su partido quiere "gobernar la Argentina para dejar de ser un país de promesas y pasar a ser un país de progresos". Admitió que "no se pueden hacer coaliciones para ganar, sino para gobernar", y sólo tuvo elogios para Cobos y Alfonsín, los dos precandidatos presidenciales de su partido. "Son un orgullo para la UCR, y les pido a todos, propios o no, que los cuidemos y los acompañemos", dijo Sanz, probablemente pensando en las recientes críticas de Carrió. Antes de él, el jefe de la UCR porteña, Carlos Mas Vélez, embistió contra la gestión de Mauricio Macri y llamó a la UCR a "proponer una alternativa progresista para resolver los problemas de los argentinos".

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