Fue llamativa la extremada mimetización del secretario general de la CGT, Hugo Moyano, con la presidenta Cristina Kirchner y su esposo Néstor, titular del Justicialismo pero el hombre fuerte del Gobierno. Aunque no es nueva su vinculación económica con el poder, que lo hace depender de sus decisiones, y que se tradujeron en estos años en haber recibido subsidios para el transporte y concesiones de todo tipo para su gremio en cuestiones de encuadramiento de afiliados, Moyano nunca habia sido tan "claro" respecto de aspectos que salen de la boca del matrimonio presidencial. Ante el asombro de sus propios compañeros de palco, aun de sus más fervientes aliados, el camionero se posicionó como un defensor de la imagen de Néstor Kirchner cuando repitió dos veces durante su discurso que en las proximas elecciones "no estaba en juego la forma de discutir sino el fondo" y que el 28 de junio habia que votar "el proyecto nacional y popular que encarna Cristina Kirchner". Sin proponerselo, terminó admitiendo las "formas" inconducentes del matrimonio presidencial que los alejan de los mas elementales cuidados republicanos. Por caso, denostó a la oposición y criticó a los medios, otras características del matrimonio, pero no dijo medio palabra del pernicioso mensaje de crear miedo en caso de que el Gobierno perdiese la mayoría en el Congreso. Astuto, Moyano sabe que un Gobierno puede seguir siendo sólido en esas condiciones, como ocurre en las repúblicas modernas, aunque claro, debe hacer el esfuerzo que los Kirchner no quieren practicar: convocar al consenso y al diálogo. Olvidándose que representa a una central de trabajadores con distintas ideologias y que pertenecen a diferentes partidos políticos, Moyano se atribuyó, igual que Kirchner, el monopolio del pensamiento general y adoptó un compromiso pernicioso: presionar desde una tribuna a que se vote a los representantes del Gobierno. Ni siquiera la CGT oficial que condujo Rodolfo Daer durante los años de Carlos Menem y que respondió en buena forma a los designios del presidente riojano, se animó a adoptar ese compromiso. Fue prescindente a la hora de expresar una postura orgánica. Para colmo, esa identificación absoluta de Moyano con el poder no tiene correlato con muchos dirigentes que integran la CGT. Aunque identificados con el peronismo, los sectores sindicales que resisten al camionero ya hablan, por el contrario, del "poskirchnerismo" y de cómo enfrentar la candidatura presidencial de 2011 con una figura que los identifique.
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