sábado, 17 de julio de 2010

DE CHINA, CON LAS MANOS VACIAS.

Finalmente no se logró el objetivo del viaje presidencial de restablecer las exportaciones de aceite de soja. La misión presidencial a China no logró finalmente uno de sus objetivos principales, como era restablecer nuestras exportaciones de aceite de soja, las cuales representaban un monto anual de nada menos que 1500 millones de dólares, de los que una tercera parte ingresaba en el Tesoro nacional en concepto de retenciones. En un nuevo esfuerzo por cambiar ese rumbo, permaneció en ese país un alto funcionario que integra una comisión en procura de un acuerdo. En tanto, ha quedado en claro que el principal obstáculo por vencer no es la composición del aceite, que contendría un exceso de residuos objetables, producto del proceso industrial, sino las restricciones que se aplican aquí a importaciones de productos de procedencia oriental, como textiles, calzados, juguetes y otros. Hasta ahora, ni una ni otra parte han logrado desarmar sus restricciones. Mientras tanto, las compras chinas de aceite están siendo reorientadas hacia los Estados Unidos y Brasil, dos grandes exportadores mundiales junto con nuestro país, en tanto que nuestros exportadores están redireccionándolas hacia la India y otros destinos. China, por su parte, está incrementando importaciones de porotos de soja de origen argentino para su industrialización allí, hecho que contraría el propósito de nuestra administración de incrementar el valor agregado tan valorado y constantemente destacado por la propia Presidenta, aunque permanentemente negado por la realidad. La palabra oficial reiterada en China insiste en asignar la existencia de valor agregado en cabeza de la producción industrial, desconociendo que cada eslabón de la cadena productiva, que se inicia en el agro, contribuye con una fracción. A su vez, la Presidenta destacó la necesidad de "desojizar" la relación comercial bilateral, que en todo caso, salvo otra interpretación, parece resultar poco conveniente para el interés nacional, el cual encontraría mejor camino en la medida en que pudiéramos diversificar nuestras exportaciones, agregando nuevos renglones a nuestro acervo exportador, pero sin restar la pujante participación de la soja. Al parecer, según la realidad actual, el protagonismo "desojizante" lo está desarrollando China y con la exclusión de nuestros aceites. Lo cual nos recuerda un poco a la fábula de la zorra y las uvas que estaban verdes. En otro orden, la visita presidencial sorprendió al dar a conocer la concreción de una megacompra de material ferroviario, para la red de subterráneos y para otros destinos, en compras directas que serán financiadas por el Estado chino por un valor de 9500 millones de dólares. Una compra de gobierno a gobierno con tal financiación podrá prescindir, en ciertas condiciones, de licitación previa, pero no podrá de ningún modo evitar profundos estudios previos relativos a la calidad y adaptabilidad de ese material a las instalaciones a las cuales están destinadas, incluida la tasación de éstas en relación con los valores internacionales. Más de una vez ha habido compras similares que no han podido ser incorporadas a los equipos en uso aquí. En tal sentido, es indispensable que, en mérito a la transparencia, no se omitan esas exigencias y que toda la operación antes de ser efectiva sea conocida por todos los intereses involucrados. En otros escenarios se desarrollaron mesas de negociaciones comerciales, a cuyo efecto la misión argentina estuvo integrada por empresarios de variados rubros. Se tejieron otras perspectivas, entre ellas la participación china en un futuro desarrollo nuclear y una eventual apertura del mercado oriental para la carne vacuna argentina. La presidenta Kirchner asignó a su visita el carácter de puntapié inicial de una nueva relación entre ambas naciones, para lo cual deberá obtener, en primera instancia, la aceptación de su oportuno pedido de disculpas por la suspensión de su visita anterior, cuya motivación no encontró eco ni aquí ni por cierto en Pekín. La relación con China tuvo un creciente ascenso a partir de la década del 90, que permitió un gran crecimiento del comercio en ambos sentidos y que ahora se ve comprometido por los hechos ya conocidos.

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