sábado, 3 de julio de 2010

LA COIMA, ESA CUCARACHA.

Nadie pretenda que este embrollo de las coimas sea alguna vez resuelto. Al respecto, el licenciado Carbunclo Peribáñez, autor del opúsculo La coima, una especie de estupro fiduciario , es absolutamente escéptico. Escuchemos su palabra señera. Dice Carbunclo Peribáñez: "No hace falta ejercer cargos políticos? Cualquier pelandrún con cuarto grado aprobado acredita la astucia necesaria para perpetrar exitosas operaciones de esta índole, ya sea para repartir espurias prebendas, ya sea para embolsar bienes malhabidos con total impunidad... Caramba -prosigue, tras leve carraspeo-, acreditamos rica experiencia en el ejercicio de la coima activa y pasiva; somos expertos en taumaturgia leguleya y hemos aprendido a acallar nuestra conciencia. "En suma -concluye, tajante-: estamos en perfectas condiciones de engatusar a la Justicia y así alcanzar esa paz celestial que concede la falta de méritos". Según deschave del ex embajador Eduardo Sadous, el rocambolesco asunto de las exportaciones a Venezuela (previo pago de comisiones bajo cuerda, se supone) ha vuelto a poner el tema en el candelero, quizá para rubricar que la institución del cohecho es inmarcesible y goza de fecundo auge a escala ecuménica. Dado que Peribáñez se ha quemado las pestañas estudiando la naturaleza camaleónica de la coima, no resulta fácil admitir la validez de su más reciente hipótesis: "El magno concepto de argentinidad estaría reflejado sólo a medias si una acendrada vocación coimera, a menudo ejercida con solapada elegancia, no integrara el paquete de rasgos tutelares de nuestra bicentenaria idiosincrasia nacional", expresó anteayer a sus discípulos de la parrilla El Vacío Existencial, con su vaso de garnacha a medio embuchar. Hay que decirlo: la alta esfera de la política suele aparecer íntimamente vinculada con los más sonados casos de cohecho, como bien lo demuestran los mil y un chanchullos que vagan con donaire de un estrado judicial a otro, a la espera de que un arcángel con toga y peluca haga sonar la trompeta y dictamine la prescripción de la causa. No menos de cincuenta expedientes que involucran dinámico tráfico de coimas yacen todavía en ámbitos tribunalicios, al cabo de más de diez años. El del asunto Banelco disfruta de especial celebridad, acaso porque precipitó la renuncia del vicepresidente Chacho Alvarez, en tiempos de De la Rúa. No hay vuelta que darle: esa colosal montaña de carpetas -un inútil gastadero de tinta, papel y sueldos- debe verse como el monumento a la vergüenza humana que goza de más auspicios. "Es inútil -farfulla Peribáñez-, no hay manera de combatir la coima? Luchar contra la coima es como luchar contra las cucarachas."
Norberto Firpo.Para LA NACION.

No hay comentarios: