Mirar cualquier estadística nos damos con una triste realidad: el Estado tiene que ver con todo en la provincia. Es tan arraigado que la mayoría de los trabajadores en actividad viven del salario público y es más, sus hijos o nietos también, a raíz de la ley que establece que en caso de fallecimiento del padre, lo sustituirá su hijo. Todo es Estado en una provincia que depende de los enojos o alegrías del Gobierno nacional de turno, ya que nuestra provincia solo genera el 5 por ciento de los recursos que usa todos los meses. Criticamos a la clase gobernante, pero somos el mejor espejo, ya que nos quejamos de pagar el impuesto municipal de 22 pesos o somos morosos de la patente. Pretendemos vivir dignamente, pero hacemos muy poco para que esa realidad cambie. Hoy La Rioja está inmersa en un excelente debate de qué provincia queremos, tras que el Gobierno firmó un convenio minero para que los canadienses inicien tareas de exploración en El Famatina. Criticamos los magros salarios de la administración pública, pero no se encuentran trabajadores para las cosechas nuestras, aunque el salario sea sustancialmente mejor. Hablamos de contaminación y somos los primeros contaminantes con los residuos cloacales, con nuestra propia basura, con la ex Curtiembre Yoma de Nonogasta. Entonces hay una gran disyuntiva de pretender saber que queremos ser. Así la provincia no puede seguir, ya que se ha producido el efecto de la “olla a presión”: cada mes es más alto el gasto del Estado, que somos todos, y los ingresos son similares con un incremento que lo da la inflación, una mala palabra para muchos, pero que en el cuarto oscuro es el principal olvido. Todos miramos trabajar en la Casa de Gobierno y los padres son los peores consejeros de sus hijos a la hora que eligen una carrera en la universidad. Son las mismas carreras de la década del ´80 o ´90: abogacía, contador público o medicina. Así nos debemos hacer responsables de nuestros propios errores, ya que no queremos mirar que el mundo va en otro sentido, a través de la ingeniería o carreras vinculadas a la vid, el olivo, y todo aquello que tenga que ver en la provincia, como la misma minería. Para algunos –que se pueden considerar muchos, a través de una toma fotográfica en una marcha- la minería es una mala palabra por la contaminación que produce, las enfermedades que destruyen el cuerpo humano, aunque quienes lo dicen hablan, a través de lo que dicen. O sea nada serio a la hora de abrir una discusión. Y volvemos a lo mismo, especialmente en Chilecito y Famatina, la minería destruye, pero la ex curtiembre Yoma de Nonogasta no por el simple hecho que de ella dependen cientos de familia. La oposición por la oposición misma no lleva a ningún camino, ya que cerrar todo a través de actitudes fundamentalistas produce que los pueblos no progresen. Por eso, una de las buenas alternativas es poner sobre la mesa que queremos. Si decimos no a la minería, entonces qué y si estamos dispuestos a hacerlo. Ya que es muy fácil darse el título de productor y buscar luego que el Estado sea el inversor de fondos de su campo, ese mismo Estado que tanto se critica. Es muy fácil salir a la calle a pedir algo que nosotros mismos no lo hacemos: que es coherencia. Es la misma cuando uno en el Estado cobra el sueldo y no trabaja, y después pide más incremento salarial. Hay que salir de la hipocresía que se ha intentado instalar en pos de una gran provincia por encima de cualquier gobierno. Hoy hay uno que fue elegido por el voto popular y fue nada más y nada menos por el 68 por ciento de los votos, siendo uno de los porcentajes más altos del país. Eso le dio respaldo popular, aunque hoy digamos que nos equivocamos, ya que el cuarto oscuro dijo que 7 de cada 10 riojanos votaron por la actual administración que ya había dicho sí a la minería y bajo el cuidado del medio ambiente. De nuevo nos tenemos que hacer responsables de nuestras decisiones. Hay una discusión en cierne, especialmente en Chilecito y Famatina. Si es no a la minería, buscamos más empleo público o qué. Y ese qué, estaremos dispuesto a cumplirlo para que las cosechas no se pierdan o no vengan los golondrinas y se lleven el dinero de todos los riojanos.
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