Una vez más miles de hogares riojanos deben pasar con zozobra los meses de verano tras el anuncio del decreto del Ejecutivo Provincial en relación a la continuidad o no de las personas contratadas bajo la modalidad de locación de servicios, alcanzando también a los empleados en planta transitoria. Lamentablemente es al secretario General de la Gobernación a quien le cabe dar tan desagradable noticia, a la que por más que se pretenda darle un tinte de tranquilidad para las familias riojanas, resultará ser una caja de pandora dilatada hasta el mes de marzo cuando miles de riojanos quedarán a merced de las manos, simpatías o extorsiones de sus directos jefes de área. Siendo el Estado el mayor empleador en negro que tiene la provincia, parece que recién ahora y luego de dos años de gestión y de cantidad de clientelismo político que esconde esta modalidad de contratación; necesita zarandear y dar de nuevo para que queden libres miles de contratos de locación de servicios y puedan ellos ser usados para la contienda electoral de este año. Otra vez tendremos miles de planes, promesas e inodoros que serán manejados por quienes están dentro de la estructura del Estado a modo de coacción para votar a favor de determinado candidato oficial. ¿Porqué en vez de dejar a los empleados en manos de vaya a saber qué tipo de decisiones arbitrarias, y que sólo generarán rencor entre jefes y subordinados; no se intima a esos mismos jefes para que aquellos que no se presentan a trabajar lo hagan y les asignen las funciones por las cuales se los contrata?.
¿Porqué crear y hacer auditorías internas que sólo generan mayor estructura en el Estado?
¿Porqué tomar esta determinación ahora cuando en el Presupuesto que el Ejecutivo giró a la Legislatura ya tiene contemplado y asignado un monto determinado para el rubro destinado a locación de servicios y sueldos de planta transitoria, sino es porque se esconde un inmoral fin extorsivo que sirva a los fines electivos? El trabajo es un derecho que dignifica a las personas y el hecho de quedar a merced de simpatías o amiguismos genera un desafortunado enfrentamiento entre los mismos necesitados, sean ellos jefes o empleados. Por último no se debe dejar de ver la realidad, que es que la responsabilidad única de que existan los llamados ñoquis o de que algunos trabajen más que otros es de los mismos jefes que no ejercen la autoridad para que las personas que deben ir a trabajar lo hagan. ¿Por qué entonces generar esta angustia en nuestra comunidad cuando la solución es mucho más sencilla y no necesita de mega anuncios del gobierno? Sólo el gobierno debe limitarse a hacer lo que desde hace dos años no hace, gestionar y controlar, y no otorgar contratos a quienes desde el vamos sabe que no se presentarán a trabajar, en detrimento de aquellos que necesitan dignificarse con su propio trabajo. Para eso no hace falta auditorías o informes.
En definitiva la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer.
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