En suelo riojano, los kirchneristas que ganaron, empezando por el gobernador reelecto, admiten que Menem es querido en su provincia y que el apellido tira para arriba las encuestas. Es cierto que en la Casa Rosada nadie dice nada. El tema se ignora, pero se deja correr, y eso es aprobación en el lenguaje comunicacional cristinista. Todos los que se fueron, volvieron. Los que daban su vida política están de vuelta. Dicen que el que se va sin que lo echen, vuelven sin que lo llamen. Por eso, los kirchneristas están otra vez en el menemismo. Es la única manera de explicar que el gobernador reelecto, Luis Beder Herrera, apoyado por el kirchnerismo, gane y pontifique al ex presidente Carlos Menem. O las recientes declaraciones de Zulemita, hija-emblema del senador riojano, contando que su hijo Luca habló por teléfono con la Presidenta Cristina, al igual que lo hace su madre Zulema. El "infierno", la "decadencia", los males de la década del ´90, tantos años demonizados en el discurso oficialista, se diluyen en las necesidades coyunturales de la política: un voto a favor, una abstención o ganar un distrito. El primer gesto de conciliación fue a principios de 2010 en el Senado, durante la crisis por las reservas y la destitución de Martín Redrado del Banco Central. La abstención de Menem posibilitó la designación de Mercedes Marcó del Pont en reemplazo de Redrado. Fue un shock para la oposición, especialmente para el Peronismo Federal. Desde entonces, el faltazo y la abstención se repitieron estratégicamente. La relación entre Néstor Kirchner y Carlos Menem fue históricamente cíclica. Se enfrentaron y se aliaron, según coincidieran o no sus intereses. El santacruceño apoyó la privatización de YPF, pero también se opuso al acuerdo con Chile que delimitaba la zona de los Hielos Continentales. No quiso firmar el Pacto Fiscal que impulsó Domingo Cavallo con las provincias en 1993, y le costó a Santa Cruz el recorte de los fondos de coparticipación como castigo. Después, respaldó la reelección de Menem en 1995 y tanto Néstor como Cristina Kirchner fueron convencionales constituyentes en 1994. En Santa Cruz, la boleta electoral de 1995 decía Kirchner gobernador y Menem presidente. Pero el diálogo se fue enfriando a medida que terminaban los días del riojano en la Casa Rosada. En 2000, durante un reportaje con el diario Los Andes, Kirchner tomó distancia definitivamente: "Menem intentó transformar el justicialismo en una filial del Partido Republicano de los Estados Unidos", dijo y comenzó a forjar su propia campaña presidencial como contracara del riojano. A partir de allí, el kirchnerismo se construyó dentro del peronismo como lo opuesto al menemismo y sus políticas neoliberales. Supuestamente dos proyectos antagónicos, paralelos, que sin embargo se amalgamaron con dirigentes comunes a ambos sectores. Basta mencionar al senador Miguel Angel Pichetto, ultramenemista en los ´90, ultra kirchnerista desde hace ocho años. O al gobernador Daniel Scioli, agradecido eternamente al riojano por haberlo incorporado a la política y ya del elenco estable en el armado kirchnerista, mal que les pese a los actores secundarios. Incluso Arturo Puricelli, un santacruceño que se decía "menemista de alma", es hoy el ministro de Defensa del Gobierno. La lista es interminable. Lo que no había sucedido hasta ahora es este regodeo público de un dirigente del kirchnerismo sobre su admiración a Carlos Menem, al asegurar que "es un patriota", segundos después de su victoria. O la revelación de un nexo directo entre la familia Menem y la Presidente. Es nuevo. Zulemita no sólo mencionó su cercanía con Cristina Kirchner. También dijo que en octubre votará a Cristina y que le habían ofrecido ser candidata a legisladora por La Rioja. Justamente en suelo riojano, los kirchneristas que ganaron, empezando por el gobernador reelecto Beder Herrera, admiten que Menem es querido en su provincia y que el apellido tira para arriba las encuestas. Es cierto que en la Casa Rosada nadie dice nada. El tema se ignora, pero se deja correr, y eso es aprobación en el lenguaje comunicacional cristinista. Hasta 2009, Menem no sólo aseguraba que pensaba competir en las presidenciales de 2011, sino que el gobierno de Cristina Kirchner se basaba "en el manejo caprichoso, desprolijo de los fondos públicos, con los que han querido comprar a gobernadores, intendentes y hasta opositores". El peronismo es amplio. Hay kirchneristas, menemistas, disidentes y federales. Neoliberales, progresistas y de centro. Evidentemente no eran el agua y el aceite. Ahora también están los declarados kirchneristas que son menemistas.
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