El obispo de La Rioja, Roberto Rodríguez, advirtió que 2012 termina con una “Argentina fragmentada y desencontrada” que, según el prelado, “es consecuencia entre la antítesis entre el bien y el mal, ya sea de una parte o de la otra, y que se adopta como bien lo que está de nuestro lado y se rechaza el mal que es el otro. Son los grupos antagónicos, el resultado de una ideología”, advirtió. Para Monseñor, “el verdadero camino es el diálogo, donde tenemos que aprender a compartir con el otro. Sentarnos y dar la visión de las buenas cosas, como elemento fundamental y básico para contribuir a la unidad social. Y también para alcanzar lo que se llama la deuda social, es decir las cosas que faltan para alcanzar una verdadera equidad. Entre estos dos elementos se debe consolidar la sociedad argentina”, agregó. “Al demonizar al otro, sea de una parte o de la otra, rechazamos al Evangelio, que es el acercamiento. Si queremos ver la Imagen de Cristo, es acercarse al otro con la palabra, para formar una sola realidad. Precisamente ese fue la intención de Cristo al quitar los muros para que haya encuentro”, profundizó. Para Rodríguez, ese antagonismo también llegó a La Rioja. “Hemos hecho el esfuerzo para acercar las partes (en referencia a las posturas políticas que encabezan el gobernador Luis Beder Herrera y el intendente Ricardo Quintela y en relación con las posiciones a favor y en contra de la minería). Sin duda ese esfuerzo no fue totalmente escuchado, tampoco tiene por qué ser escuchado, pero tenemos que contribuir para que haya paz en la sociedad”, agregó. En este punto parafraseó la definición que brinda San Agustín sobre la paz, que la define como “tranquilidad en el orden”. “Esto empieza con uno mismo, si se tiene tranquilidad por uno mismo, tiene paz. Sigue con la relación con el otro. Si hay un orden circundante hay tranquilidad, hay paz. El pedido es establecer un cierto orden, de lo contrario, los desmanes pueden aumentar hasta ser prácticamente caóticos. Frente al caos, que es el desorden, nosotros proclamamos desde el Evangelio la Paz, que es el mensaje para esta Navidad”, aseveró. “Ese mensaje de paz debemos hacerlo presente en la Navidad. El hecho que Cristo aparezca como la estrella que ilumina, es levantar la vista para que no nos quedemos en nuestros razonamientos humanos, sino la finalidad es la unión con El, por eso somos hijos, hermanos entre sí”, enfatizó. “El mensaje de la Navidad está encuadrado en el año de la Fe, declarado por el Papa Benedicto XVI, que va desde el 11 de octubre de este año al 24 de noviembre del 2013, recordando los 50 años del inicio del Concilio Vaticano Segundo. El Papa ha declarado el año de la Fe, como una manera de profundizar la fe”, detalló el primer lugar Monseñor Rodríguez. Contó que se busca pasar de la fe – homenaje a una fe- encuentro, “es decir profundizar y purificar la fe, que significa el hecho de conocer la novedad actual en el mensaje cristiano”, explicó. Para Roberto Rodríguez, lo que se debe pedir en esta Navidad es “la unión de todos para con todos”. “El amor es tenerse en cuenta los unos a los otros. El marido a la mujer y viceversa, los padres con los hijos, y sobre todo lo que se constituye como familia. Que el pan sea compartido por todos, que estas palabras sean una realidad en la familia, porque compartir el pan significa encontrar la unión entre todos”, anheló Monseñor, en tanto que contó como ejemplo que en Francia el padre de la familia, antes de comenzar la comida, parte el pan, y lo va repartiendo a los demás. “Ese es un lindo gesto para imitar”, remarcó. “El aporte novedoso al hombre actual tiene que ver con el Cristo resucitado, proclama una vida nueva. El cristiano debe pasar de la muerte a la vida. En este contexto, y haciendo una teología narrativa, vemos como la comunidad cristiana antigua fue internalizando la imagen del Cristo resucitado, y actualmente el hombre constituye una visión cósmica, donde el Mundo y el hombre fue creado a la Imagen y semejanza de Dios. En realidad lo que se tiene que ver es que se debe realizar un proyecto, que no es el de la mente humana, sino de Aquel que creó el Mundo y al hombre. En el mensaje cristiano está como primer mandamiento el amor a Dios y al Prójimo. Ese amor no es algo idílico, ni platónico, es tener en cuenta a Dios y a todos. Eso es lo que había proclamado San Pablo a Tesalónica, el hecho de proclamar el amor como una realidad de la comunidad que se transforma en solidaridad, en ayuda mutua, en tener en cuenta al otro”, aseveró finalmente.
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