lunes, 1 de noviembre de 2010

ELECTROINGENIERÍA APUESTA AL NEGOCIO DEL VINO EN CHILECITO.

El santiagueño Osvaldo Acosta, uno de sus dueños, asegura que todo nace de su gusto personal por el vino, más allá del core-business de la firma: infraestructura energética. Por eso ahora quiere extenderse a la industria vitivinícola de Mendoza, con una inversión directa para producir, elaborar y a futuro fraccionar, de la mano de su socio mendocino Omar Álvarez. Su relación con la industria del vino en Cuyo se gestó hace unos años junto a un emprendimiento mediano en Chilecito, La Rioja. Y siguió en territorio sanjuanino con 400 hectáreas de viñedos en Caucete, donde produce Malbec, Cabernet sauvignon, Bonarda, Syrah, Pinot gris, Sauvignon blanc, Chardonnay, Cabernet franc, Merlot, Viognier, Torrontés riojano. Además de producir “elaboramos vino a granel para terceras marcas. Incluso algunas mendocinas”, aclara Acosta, que tiene entre sus clientes a Graffigna y Callia. Pero los 3,5 millones de litros elaborados en su bodega “Don Oreste” (con su capacidad a pleno llegará a 6,5 millones) por ahora le permiten mantener una relación comercial con la industria de Mendoza; desde hace un tiempo es proveedor de firmas como Dominio del Plata (Susana Balbo) y Familia Zucardi. Su modalidad de trabajo en la vitivinicultura describe de algún modo el modus operandi que hizo crecer a su compañía, y que el empresario define: “Desde los ‘80 buscamos diversificar. Para avanzar en cada frente buscamos socios estratégicos. Y en algunos casos adquirimos firmas, para contar con capacidad que nos permita extender las fronteras de acción”. En ese sentido, la década del ‘90 fue fructífera para Electroingeniería: pasó de una facturación anual de 1 millón a nada menos que 60 millones de dólares. Actualmente, la pata agroindustrial, incluída una pasera propia y plantación de olivos, aporta su cuota. Entusiasmado porque su “gusto personal” le deja réditos comerciales, ahora se propone desembarcar en el circuito productivo agroindustrial de San Rafael. Pero no se pone límites: reconoce que una zona del Gran Mendoza también lo tienta para implantar viñedos, aunque evita precisar dónde “porque mi amigo Álvarez se va a enojar”. No obstante, subraya que “sería la forma de integración vertical con lo que tenemos en San Juan y La Rioja”. Una estrategia que lo anima al próximo paso: lanzarse a elaborar bajo marcas propias.

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