Por separado y en secreto, los gobernadores de las provincias más grandes hicieron llegar un ultimátum a la Casa Rosada. Si no se reforma a su favor el sistema de reparto de impuestos o no se fija un mecanismo de ayuda fiscal para paliar la crisis, varios distritos volverán a emitir cuasimonedas después de las elecciones del 28 de junio. La amenaza, de concretarse, se convertiría en un mazazo para la política económica nacional. Pero también podría golpear como un búmeran político a los propios caudillos locales, si vuelve a dañar el poder adquisitivo de quienes reciban los bonos. Por eso todos los mandatarios se esforzaron por desmentirla en público, aunque tres ministros de Finanzas provinciales admitieron ante Crítica de la Argentina que la alternativa está abierta. Las provincias tendrán este año un déficit financiero cercano a los 20 mil millones de pesos, según cálculos de la consultora especializada Economía y Regiones (E&R). Con los mercados mundiales cerrados por la crisis y las recaudaciones propias de las provincias más golpeadas que la nacional, los distritos donde los salarios insumen más del 50% del gasto ya encendieron todas sus alarmas. Especialmente los del norte, donde hay pocos reductos donde ajustar clavijas para recaudar más. Y también en Buenos Aires, que debe cerrar este año una brecha de financiamiento cercana a los 7 mil millones de pesos. El primero en agitar el avispero fue el ministro de Hacienda jujeño, Miguel Lembo. Un mes atrás, a principios de marzo, dijo que sólo pagaría a los empleados estatales cuando tuviera los recursos necesarios y que, incluso, podría hacerlo con bonos o cuasimonedas. “Dadas las circunstancias, es una medida financiera que si se tiene que utilizar, se utilizará”, dijo el funcionario. El gobernador Walter Barrionuevo es un hombre de confianza de Eduardo Fellner y trabaja en plena sintonía con la Casa Rosada, pero recibirá este año 21 millones de pesos menos por la coparticipación federal de impuestos, a raíz del estancamiento en los ingresos que aportan tributos como IVA y Ganancias. El ministro de Hacienda de Río Negro, Pablo Verani, también dejó abierta la puerta al regreso del papel pintado. “Hoy por hoy se descarta, pero después de las elecciones no le sabría decir. Nosotros no tuvimos cuasimonedas en 2001 y creemos que no fue una buena salida. Pero lo seguro es que la Nación va a tener que fijar algún nuevo mecanismo de asistencia a las provincias. Si no se puede rediscutir la coparticipación, hay que avanzar con otros mecanismos”, dijo a Crítica de la Argentina. Sus números no son auspiciosos. Tiene que pagar deudas por $124 millones y espera un resultado financiero negativo por casi $50 millones. Su jefe, el gobernador radical Miguel Saiz, tampoco es considerado un opositor por el matrimonio Kirchner. Pertenece al grupo de radicales K que se distanció del vicepresidente Julio Cobos y se mantiene leal a Néstor, como el santiagueño Gerardo Zamora. La situación se discutió en voz baja en la última reunión de la Comisión Federal de Impuestos, que agrupa a todos los ministros provinciales una vez por mes. La cita es en la Casa de Salta en Buenos Aires, donde el ente tiene alquilado un piso. El gobernador cordobés Juan Schiaretti, quien ya había visto evaporarse el superávit que logró exhibir el año pasado, alimentó nuevamente los rumores de un posible regreso de las Lecor. Fue cuando rechazó días atrás la coparticipación parcial de las retenciones a la soja, que ofrecieron los Kirchner para ahogar las quejas del campo. “Nosotros estamos tratando de mantener el equilibrio fiscal, pero la coparticipación viene muy por debajo de lo presupuestado. Tendríamos que haber recibido un 15% más que el año pasado y recibimos un 9% más”, dijo a este diario su ministro de Finanzas, Ángel Eletorre. En La Plata, los rumores del regreso de los patacones también se multiplicaron en el último mes y forzaron al gobernador Daniel Scioli a desmentirlos. En los pasillos de la casa de gobierno bonaerense incluso se habló de que Scioli le había pedido un presupuesto a la empresa Ciccone Calcográfica para emitir después de las elecciones un nuevo título, con un nombre y un diseño distintos. Todas las fuentes consultadas en su entorno declinaron negarlo o ratificarlo en voz alta. Aunque la deuda de las provincias ya triplica la de 2001 y supera los 91 mil millones de pesos, la situación no es la misma que antes de la crisis que terminó con la convertibilidad. Cuando las cuasimonedas empezaron a multiplicarse endémicamente por todo el país, en 1999, el “uno a uno” funcionaba como un tabique que impedía la emisión de pesos para cubrir déficit. Hoy esa restricción no existe, pero el Banco Central mantiene una política conservadora para evitar que la impresión de billetes genere más inflación. Combinada con la recesión que ya se manifiesta, haría un cóctel explosivo.
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