Diez gobernadores, que bendijeron el adelantamiento del calendario electoral, tienen dificultades para pagar el aguinaldo el 30 de junio. La provincia de Buenos Aires necesita financiar, entre déficit y vencimientos de deuda, $ 12.000 millones, y el resto de los distritos tiene un desequilibrio de $ 6000 millones. Córdoba sigue asfixiada por las dificultades de su caja previsional, en la Capital estudian pagar a proveedores con un bono en el segundo semestre y en algunas provincias (Jujuy, por ejemplo) amenazan con lanzar un título como moneda local. Los mercados internacionales están cerrados y Hugo Chávez es una sombra de lo que era. La Argentina se encamina, de nuevo, hacia una crisis fiscal. Todo tiene una secreta armonía: las dificultades de caja van de la mano de la declinación electoral del kirchnerismo. Se explica, entonces, el entusiasmo con el que Cristina Kirchner volvió a casa desde Londres. El G-20 decidió incrementar en US$ 250.000 millones el monto disponible para préstamos en Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional. Además, resolvió inyectar en ese organismo US$ 750.000 millones para asistir a países emergentes y estimular el comercio. Estas novedades dejaron perplejos al Gobierno y a algunos especialistas, ya que el Fondo dispone de varias formas de asistencia con distintos requisitos. Pero el viernes el jefe de Gabinete consultó al organismo y confirmó que aquellos nuevos préstamos en DEG no suponen condicionalidad alguna. La Argentina podría, por lo tanto, acceder a US$ 2590 millones a una tasa del 4% anual. Bastaría que no sean demasiados los países que quieran hacer lo mismo una suma relevante si se tienen en cuenta las necesidades de caja. Equivale, por ejemplo, a lo que deberá desembolsar el Tesoro para pagar el Boden 2012 (US$ 2400 millones), que vence en agosto, y cuyo rescate fue puesto en duda cuando se adelantaron los comicios. Es mucho más difícil que el Gobierno pueda conseguir otros recursos del Fondo. Hasta las Líneas de Crédito Flexibles, ofrecidas hace diez días, le están vedadas. Entre las condiciones para acceder a ellas hay una, la IX, que pide "transparencia e integridad de los datos". Parece redactada para la Argentina. Las complicaciones fiscales no sólo serán, junto con las turbulencias cambiarias, una gran incógnita para la economía de los próximos meses. Al afectar a casi todas las jurisdicciones, determinarán los movimientos de la política, sobre todo en el oficialismo. Mientras abundaban los recursos (y los votos), los gobernadores toleraron la centralización de la caja. Pero esa etapa terminó. Las provincias están recibiendo casi la misma coparticipación del año pasado, sólo que los gastos se incrementaron el 20%. Entre las que están con problemas figuran casi todas las del NOA, el NEA, Río Negro, Tierra del Fuego, Neuquén, Córdoba, la Capital Federal y Buenos Aires. Hay gobernadores que comenzaron, con timidez, a hablar de la emisión de dinero local con tal de atraer la asistencia de Kirchner, quien odia todo aquello que traiga recuerdos de 2001. Como otras veces, la epidemia fiscal comenzó en Buenos Aires. Daniel Scioli confiesa a sus íntimos que terminará 2009 con una necesidad de financiamiento de $ 12.000 millones, siempre que los sueldos, que representan el 70% del gasto bonaerense, no aumenten más del 15 por ciento. El deterioro de las cuentas públicas está ligado al descenso de la recaudación, y éste, al derrumbe en el nivel de actividad. Las ventas cayeron en lo que va del año entre un 30 y un 40%, y la demanda de crédito está en cero. El Tesoro viene apelando a todos los recursos disponibles para atravesar el trance electoral. Del PAMI, por ejemplo, salieron 1000 millones de pesos que fueron a parar a cuentas generales. La Anses está en el límite de lo disponible y los sindicalistas se quejan, por ahora en voz baja, de que Hacienda les arrebató $ 2400 millones que deberían estar imputados al fondo solidario de la Superintendencia de Salud. Hugo Moyano prefiere explicar sus peleas con Graciela Ocaña en esta aparente expoliación más que en las investigaciones de la ministra sobre las obras sociales. Es comprensible que Julio De Vido sea el encargado de distribuir entre provincias y municipios el 30% de los fondos procedentes de las retenciones a la soja. De Vido será, en adelante, el bulldog de Kirchner en la discusión de los ingresos federales. Como ex ministro de Economía de Santa Cruz, entiende el riesgo de que se reinstale la antigua mesa de gobernadores en el Consejo Federal de Inversiones: fue el dispositivo a través del cual los jefes de provincia acorralaron a la Casa Rosada durante la crisis fiscal que acompañó el agotamiento de la convertibilidad y que desembocó en el default de 2001. En definitiva, De Vido deberá evitar que se inicie un nuevo ciclo de insubordinación de las provincias ante un Estado central disminuido en lo fiscal. Este problema determinará el paisaje político posterior al 28 de junio, cuando los gobernadores e intendentes peronistas comiencen a buscar un candidato presidencial fuera del matrimonio Kirchner. Scioli mira con una mezcla de envidia y espanto la saludable independencia de Carlos Reutemann, quien acaba de rechazar la última propuesta de Kirchner: encabezar, como candidato a senador, dos listas peronistas, una de ellas con Agustín Rossi a la cabeza. Las encuestas le piden a Scioli, igual que su asesor norteamericano, James Carville, que se separe de los Kirchner: el gobernador comenzó a ser arrastrado por el matrimonio en la caída. Pero, como un tercio de su deuda fue contraída con el Estado nacional, Scioli no atina a la más mínima rebeldía. Sólo ha pensado en llamar a Roberto Lavagna para que le prepare un plan de salvataje. En cambio, igual que en el conflicto agropecuario de 2008, Juan Schiaretti y José Manuel de la Sota optaron por otra salida frente a las mismas angustias: insolentes, postularán como candidato a senador en Córdoba al disidente Eduardo Mondino. Esta corriente arrastra a otros dirigentes, que alientan al esposo de la Presidenta a presentarse como candidato el 28 de junio, no para que gane, sino para que pierda. Son gobernadores e intendentes que aspiran a justificar en la debilidad electoral de Kirchner su opción por otro presidenciable. Dos caudillos del conurbano se lo sugirieron a Scioli, a quien no le hace gracia la estrategia: "Que De Narváez, Stolbizer o quien sea nos liberen de los Kirchner". Otro motivo que vuelve relevante la puja federal por los ingresos está preanunciado en el retorno de Julio Cobos a la UCR: al vicepresidente podrían sumarse otros radicales que dependen del auxilio fiscal, como Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Miguel Saiz (Río Negro) o Maurice Closs (Misiones). Resulta comprensible, entonces, la satisfacción de la Presidenta cuando conoció, en Londres, la nueva tarjeta de crédito del Fondo. Eso sí, habrá que disimular la paradoja de que sea ese maldito organismo el que demore el derrumbe de una arquitectura política sostenida por la caja del Estado.
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