martes, 1 de diciembre de 2009

EDUARDO MENEN, JORGE YOMA DOS ACTIVOS PARTICIPES DE LA SANCION DE LA LEY DE INTERNAS ABIERTAS EN EL 2002.

Jorge Yoma, Luis Zamora, Federico Storani y Eduardo Menem tienen, al menos, dos cosas en común: fueron activos partícipes de las discusiones que concluyeron con la sanción de la ley de internas abiertas en 2002 y perciben que el verdadero objetivo de la reforma electoral ideada por Néstor Kirchner –que el miércoles se convertirá en ley– es disciplinar a la disidencia peronista y, de esta manera, influir en el escenario electoral pensando en los comicios de 2011. Desde ópticas, estilos, lenguaje y miradas diferentes, hablan de “picardía”, “manipulación”, “perversión” y presión “a martillazos” para definir al proyecto impulsado por el santacruceño después de la derrota electoral que sufrió el 28 de junio. No por casualidad, desde 2003 a la fecha, en cada comicio, el kirchnerismo modificó las reglas para sacar provecho del manejo del poder o de su posición dominante dentro del aparato partidario. JORGE YOMA. A punto de jurar como diputado nacional y después de cuatro años al frente de la embajada en México, Yoma confía a este diario que “este proyecto, pensado para solucionar la interna del peronismo y del radicalismo, intenta meter a todos en el corralito”. El riojano, que desde hace años abandonó el PJ de su provincia para construir una fuerza propia, no desconoce que la iniciativa kirchnerista golpea a las agrupaciones menores. “Los partidos chicos se suelen nutrir de los desencantados de las internas que se dan en los partidos grandes”, dice. Para ratificar el impacto de la iniciativa, adelanta su propio caso: “Después de la sanción de la ley estoy pensando en volver al PJ para pelear la interna en La Rioja”. Integrante del bloque oficialista al fin de cuentas, concede que “más allá de la picardía, el proyecto es bueno”. FEDERICO STORANI. El 23 de octubre de 2000, en su condición de ministro del Interior, Federico Storani presentó la primera parte de un proyecto de reforma política. Eran los tiempos del voto a Clemente, y esa medida apuntaba a transparentar el financiamiento de los partidos. La segunda etapa, que no se concretó, avanzaba sobre las lista sábana y las internas abiertas. “Coincidíamos en que la simultaneidad se inmiscuye en la vida de los partidos ya que modifica sus tácticas y estrategias. Además de tratarse de un sistema más caro, ya que aumenta el universo de votantes”, dice ante una consulta de Crítica de la Argentina. Más allá de las cuestiones técnicas, Storani considera que “la intencionalidad del proyecto que ahora impulsa el Gobierno es meter a martillazos dentro de la estructura del PJ a todos los sectores disidentes”. Para el radical bonaerense: “Kirchner necesita la sigla PJ si quiere tener un proyecto para 2011 y el manejo de la estructura le permite disciplinar a otros sectores internos”. EDUARDO MENEM. La primera vez que la ley de internas abiertas y simultáneas tenía que aplicarse, Cristina Fernández de Kirchner, entonces senadora, pidió su suspensión por única vez. Eduardo Menem fue uno de los más duros críticos de esa decisión. “El kirchnerismo perdía esa interna con mi hermano Carlos, por eso, pocos meses más tarde, Eduardo Duhalde inventó el engrendro ese de los ‘neolemas’ para la elección de 2003”, recuerda, consultado por este diario. Añade que, más allá de las formas, “no quedan dudas de que los partidos tienen que definir sus candidatos por internas”. Cuando habla de la iniciativa que el miércoles llegará al recinto de la Cámara baja, subraya que “es un proyecto personal de Néstor Kirchner para acrecentar poder”. Al igual que los otros consultados por Crítica de la Argentina, opina que esta ley “apunta a la interna del PJ”. No tiene ninguna expectativa que la medida favorezca a los partidos y a la política. “Si Kirchner eligió a dedo a su mujer, si no convoca a reuniones de gabinete, menos se puede esperar que haya elecciones limpias o que abra las puertas del PJ, al que tiene sometido y dominado ya que tiene un manejo perverso del poder”. LUIS ZAMORA. La primera experiencia de internas abiertas se remonta a la compulsa en la que Izquierda Unida propuso dirimir su fórmula presidencial entre Luis Zamora y Néstor Vicente, en 1988. “Ésa era una interna voluntaria”, dice Zamora al repasar aquella movida. El histórico dirigente del MAS, que se opuso al sistema de internas obligatorias y simultáneas, también percibe la especulación de Kirchner detrás del actual proyecto. “Es una manipulación para intentar ser candidato en 2011”, afirma. Va más allá y destaca que la dirigencia política “está bastardeando nada menos que la democracia que le proponen a la sociedad” Además de criticar el intervencionismo estatal en la vida de los partidos, señala que “por este camino se profundiza la crisis de representatividad”. El kirchnerismo cambió las reglas de juego en todas las elecciones: 2002 Cristina Kirchner impulsó la suspensión “por única vez” de la ley de internas abiertas. Argumentó que no se podía confiar en la Justicia Electoral para la confección de los padrones. “No hay manera de asegurar certeza de la fecha electoral si no hacemos esta suspensión”, argumentó en el Senado. 2003 En el Congreso de Lanús, el duhaldismo impulsó “neolemas” para evitar la interna partidaria. La jueza María Servini de Cubría convalidó que el peronismo compitiera con tres candidatos y que ninguno de ellos llevara formalmente la sigla del PJ sino a través de sus alianzas. 2006 Antes de enfrentar la elección presidencial, el kirchnerismo impulsó la derogación definitiva de la ley de internas abiertas y simultáneas. “Al derogarla se vuelve a dar a los partidos políticos la decisión del proceso de selección y la fijación de los mecanismos”, argumentó Miguel Pichetto. 2007 Para evitar la interna en el PJ, el kirchnerismo impulsó la presentación de listas colectoras con varias nóminas tributando al mismo candidato. También se auspiciaron las listas espejo; mecanismo que permitía que muchos partidos pudieran presentar la misma boleta electoral. 2009 Se modificó “por única vez” la ley que ordena realizar las elecciones generales el cuarto domingo de octubre. Se adelantaron a junio, con el argumento de atenuar los efectos que tendría una campaña larga poscrisis. El kirchnerismo ideó las candidaturas testimoniales.

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