Suponiendo que el 23 de octubre haya un resultado similar al de las primarias, el Gobierno heredará una situación económica realmente complicada. Por supuesto que la amplia mayoría de la población no tiene por qué saber cómo se financia esta fiesta de consumo ni la relación que hay entre calidad institucional, crecimiento económico y mejora en el nivel de ingreso de la población. Estas son cosas que conocemos unos pocos por razones profesionales y, por lo tanto, no compramos el argumento de que la Argentina crece como nunca lo hizo en su historia.
Sabemos que el famoso "modelo" tiene inconsistencias y que sólo es cuestión de analizar cómo las financia el Gobierno. O, si se prefiere, cómo las sostiene y las consecuencias que pueden traer esas prácticas de artificialidad y distorsión en los precios relativos. Por eso es importante resaltar que, más allá de que la gente en un momento estuvo incentivada por el famoso voto cuota en el 1 a 1 y ahora en el "modelo", lo que hay que tener en cuenta es que el voto de la gente, por más mayoritario que sea, no puede cambiar las leyes económicas. Puesto en otros términos, la gente puede, con el voto, llevar a una determinada persona al poder, pero esa persona no puede modificar las leyes de la economía por DNU o cualquier otro instrumento.
Mucho hemos hablado los economistas de la santa soja como la gran financiadora del modelo, lo cual es cierto. A De la Rúa le tocó una soja de US$ 160 la tonelada y el kirchnerismo largó con una soja de US$ 230, con un promedio desde mayo de 2003 hasta julio de este año de US$ 328 la tonelada, con picos como los de ahora, de US$ 500 la tonelada. Es decir, el precio promedio de la soja durante la gestión kirchnerista duplicó al que le tocó a De la Rúa.
Al ex presidente radical le tocó un Brasil con un dólar en el orden de los 2,50 reales y a Kirchner le tocó un Brasil que partió de un dólar de 3 reales que fue bajando hasta los 1,60. Brasil y la soja han jugado y siguen jugando un papel fundamental en el incremento de la actividad económica argentina, lo que implica que esos dos datos no son fruto o virtud del modelo. No es que el modelo logró subir el precio de la soja en el mundo o que Brasil tuviera un dólar cada vez más barato. El punto es que ésos son datos exógenos al modelo que sin duda lo beneficiaron.
Buscando cajas
A pesar de esas dos grandes ventajas exógenas al modelo, mi visión es que el estímulo artificial del consumo ya no se financia con la soja o el dólar barato en Brasil. Puesto en otros términos, ni la santa soja ni el real fuerte alcanzan para financiar energía y transporte público "baratos", fútbol para todos y desmadre del gasto público.
Esto queda en evidencia por la cantidad de cajas a las que fue recurriendo el Gobierno en todos estos años. Cuando confiscó los ahorros de la gente en las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) fue porque necesitaba más caja porque la soja ya no alcanzaba.
Otro dato: basta ver la situación patrimonial del Banco Central para advertir que el Gobierno necesitó recurrir al stock de reservas para financiarse. En la primera semana de enero de 2010 el BCRA tenía en su activo letras intransferibles del Tesoro por $ 36.200 millones. En el balance del 7 de este mes figuran en el activo del Central $ 106.872 millones en letras intransferibles que son un pagadiós. Es que el BCRA multiplicó por 3 su tenencia de bonos basura deteriorando su patrimonio neto.
Los constantes manotazos a las cajas de la Anses, el BCRA y previamente a los ahorros de las AFJP muestran que el precio de la soja a US$ 500 ya no alcanza para financiar el modelo. Lo que necesitaría el Gobierno, para poder sostenerlo sin sobresaltos, es una soja subiendo de precio todo el tiempo y/o un aumento constante en la producción sojera.
También el Gobierno ha recurrido a un fenomenal impuesto inflacionario. Las tasas de emisión monetaria del 40% anual muestran a un BCRA descontrolado en su política monetaria. Si uno suma toda la base monetaria (pesos en circulación + encajes bancarios) y las Lebacs, Nobacs y pases que ha colocado el Central se encuentra con que por cada dólar de reserva tiene 6 pesos que respaldar, cuando en enero de 2010 la relación era 4,29. Para ponerlo en forma sencilla, si hoy se quisiera establecer una convertibilidad el tipo de cambio sería de $ 6 por dólar. Aclaro que no estoy diciendo que hay que devaluar ni que el tipo de cambio que yo deseo es de $ 6 por dólar, o que el dólar tiene que tener un precio de $ 6. Sólo digo que el Central tiene 6 pesos de pasivos por cada dólar de reserva con tendencia a un mayor deterioro.
Cristina Kirchner ha dicho que no piensa moverse un centímetro de lo que han hecho hasta ahora, esto significa que seguirán poniendo el carro delante del caballo, es decir, estimular el consumo sin la inversión y el correspondiente incremento de la productividad que le dé sustento al mayor consumo. Por otro lado, con la baja calidad institucional que impera en la Argentina, serán muy pocos los kamikazes que se animarán a hundir inversiones. Así que lo que tiene que pensar el economista es por quién irá el Gobierno para seguir financiando el aumento artificial del consumo.
Vamos a decirlo de otra manera. La política económica actual se asemeja a una familia que inesperadamente ve incrementados sus ingresos (por la soja). Con esos mayores ingresos comienza a consumir todo lo que gana sin ahorrar un centavo. Como se sobrepasa en el gasto, que supera sus ingresos incrementados, comienza a vender activos para seguir consumiendo más (reservas del BCRA, ahorros privados en las AFJP, etcétera). Por ejemplo, la familia puede vender su casa para hacer un viaje exótico. En el corto plazo todos están felices con el viaje exótico, pero no toman conciencia de que cuando vuelvan tendrán que buscar un lugar dónde ir a vivir. Cuando esa familia descubre que los ingresos, a pesar de haber aumentado, no le alcanzan para financiar su desaforado nivel de gasto, y ya no tiene más activos para vender y seguir consumiendo, cae en la triste realidad de que tendrá que limitar su nivel de consumo al ingreso que tiene.
Esto es lo que le tendría que hacer una familia y lo que le pasa a un país cuando se incentiva artificialmente el consumo. La familia tiene que bajar el consumo, en un país se llama ajuste y es lo que Cristina dijo que no va a hacer. Como la Presidenta no puede inventar la pólvora, sólo queda por ver por qué activos va a ir el Gobierno si renueva en octubre. Activos líquidos no hay salvo los depósitos en los bancos.
¿Será por eso que hay tanta fuga de capitales y el dólar sube? Y flujos líquidos no hay salvo que estaticen el comercio exterior con la posterior caída de la producción. Aquí no hay magia posible. Si la Presidenta continúa en el Gobierno, tendrá que optar por confiscar algún activo líquido o estatización de flujos para no hacer el ajuste que cualquier familia tendría que hacer, porque la santa soja ya no alcanza.
Esto es lo que no se ha animado a decir la oposición porque hubiese perdido votos (igual los perdió) y de lo que se aprovechó el Gobierno para seguir un tiempo más en la rueda de la felicidad. El problema de la oposición es que no se anima a advertirle a la gente lo que viene.
En definitiva, si la convertibilidad estalló porque no pudo seguir financiándose aquel nivel de gasto público, ¿por qué este modelo va a terminar en forma diferente si el origen del problema es el mismo? Un gasto artificialmente alto. En los 90 se financió con deuda; ahora, con soja más confiscaciones, más una presión impositiva salvaje.
Insisto, sólo se me ocurren dos sectores por los que puede ir el Gobierno. Uno, la estatización del comercio exterior y otro, los depósitos bancarios. Tendría una tercera alternativa, sincerar el Indec y las cuentas públicas para salir a colocar deuda en el exterior, si es que este convulsionado mundo se lo permite.
Por Roberto Cachanosky | LA NACION
Sabemos que el famoso "modelo" tiene inconsistencias y que sólo es cuestión de analizar cómo las financia el Gobierno. O, si se prefiere, cómo las sostiene y las consecuencias que pueden traer esas prácticas de artificialidad y distorsión en los precios relativos. Por eso es importante resaltar que, más allá de que la gente en un momento estuvo incentivada por el famoso voto cuota en el 1 a 1 y ahora en el "modelo", lo que hay que tener en cuenta es que el voto de la gente, por más mayoritario que sea, no puede cambiar las leyes económicas. Puesto en otros términos, la gente puede, con el voto, llevar a una determinada persona al poder, pero esa persona no puede modificar las leyes de la economía por DNU o cualquier otro instrumento.
Mucho hemos hablado los economistas de la santa soja como la gran financiadora del modelo, lo cual es cierto. A De la Rúa le tocó una soja de US$ 160 la tonelada y el kirchnerismo largó con una soja de US$ 230, con un promedio desde mayo de 2003 hasta julio de este año de US$ 328 la tonelada, con picos como los de ahora, de US$ 500 la tonelada. Es decir, el precio promedio de la soja durante la gestión kirchnerista duplicó al que le tocó a De la Rúa.
Al ex presidente radical le tocó un Brasil con un dólar en el orden de los 2,50 reales y a Kirchner le tocó un Brasil que partió de un dólar de 3 reales que fue bajando hasta los 1,60. Brasil y la soja han jugado y siguen jugando un papel fundamental en el incremento de la actividad económica argentina, lo que implica que esos dos datos no son fruto o virtud del modelo. No es que el modelo logró subir el precio de la soja en el mundo o que Brasil tuviera un dólar cada vez más barato. El punto es que ésos son datos exógenos al modelo que sin duda lo beneficiaron.
Buscando cajas
A pesar de esas dos grandes ventajas exógenas al modelo, mi visión es que el estímulo artificial del consumo ya no se financia con la soja o el dólar barato en Brasil. Puesto en otros términos, ni la santa soja ni el real fuerte alcanzan para financiar energía y transporte público "baratos", fútbol para todos y desmadre del gasto público.
Esto queda en evidencia por la cantidad de cajas a las que fue recurriendo el Gobierno en todos estos años. Cuando confiscó los ahorros de la gente en las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) fue porque necesitaba más caja porque la soja ya no alcanzaba.
Otro dato: basta ver la situación patrimonial del Banco Central para advertir que el Gobierno necesitó recurrir al stock de reservas para financiarse. En la primera semana de enero de 2010 el BCRA tenía en su activo letras intransferibles del Tesoro por $ 36.200 millones. En el balance del 7 de este mes figuran en el activo del Central $ 106.872 millones en letras intransferibles que son un pagadiós. Es que el BCRA multiplicó por 3 su tenencia de bonos basura deteriorando su patrimonio neto.
Los constantes manotazos a las cajas de la Anses, el BCRA y previamente a los ahorros de las AFJP muestran que el precio de la soja a US$ 500 ya no alcanza para financiar el modelo. Lo que necesitaría el Gobierno, para poder sostenerlo sin sobresaltos, es una soja subiendo de precio todo el tiempo y/o un aumento constante en la producción sojera.
También el Gobierno ha recurrido a un fenomenal impuesto inflacionario. Las tasas de emisión monetaria del 40% anual muestran a un BCRA descontrolado en su política monetaria. Si uno suma toda la base monetaria (pesos en circulación + encajes bancarios) y las Lebacs, Nobacs y pases que ha colocado el Central se encuentra con que por cada dólar de reserva tiene 6 pesos que respaldar, cuando en enero de 2010 la relación era 4,29. Para ponerlo en forma sencilla, si hoy se quisiera establecer una convertibilidad el tipo de cambio sería de $ 6 por dólar. Aclaro que no estoy diciendo que hay que devaluar ni que el tipo de cambio que yo deseo es de $ 6 por dólar, o que el dólar tiene que tener un precio de $ 6. Sólo digo que el Central tiene 6 pesos de pasivos por cada dólar de reserva con tendencia a un mayor deterioro.
Cristina Kirchner ha dicho que no piensa moverse un centímetro de lo que han hecho hasta ahora, esto significa que seguirán poniendo el carro delante del caballo, es decir, estimular el consumo sin la inversión y el correspondiente incremento de la productividad que le dé sustento al mayor consumo. Por otro lado, con la baja calidad institucional que impera en la Argentina, serán muy pocos los kamikazes que se animarán a hundir inversiones. Así que lo que tiene que pensar el economista es por quién irá el Gobierno para seguir financiando el aumento artificial del consumo.
Vamos a decirlo de otra manera. La política económica actual se asemeja a una familia que inesperadamente ve incrementados sus ingresos (por la soja). Con esos mayores ingresos comienza a consumir todo lo que gana sin ahorrar un centavo. Como se sobrepasa en el gasto, que supera sus ingresos incrementados, comienza a vender activos para seguir consumiendo más (reservas del BCRA, ahorros privados en las AFJP, etcétera). Por ejemplo, la familia puede vender su casa para hacer un viaje exótico. En el corto plazo todos están felices con el viaje exótico, pero no toman conciencia de que cuando vuelvan tendrán que buscar un lugar dónde ir a vivir. Cuando esa familia descubre que los ingresos, a pesar de haber aumentado, no le alcanzan para financiar su desaforado nivel de gasto, y ya no tiene más activos para vender y seguir consumiendo, cae en la triste realidad de que tendrá que limitar su nivel de consumo al ingreso que tiene.
Esto es lo que le tendría que hacer una familia y lo que le pasa a un país cuando se incentiva artificialmente el consumo. La familia tiene que bajar el consumo, en un país se llama ajuste y es lo que Cristina dijo que no va a hacer. Como la Presidenta no puede inventar la pólvora, sólo queda por ver por qué activos va a ir el Gobierno si renueva en octubre. Activos líquidos no hay salvo los depósitos en los bancos.
¿Será por eso que hay tanta fuga de capitales y el dólar sube? Y flujos líquidos no hay salvo que estaticen el comercio exterior con la posterior caída de la producción. Aquí no hay magia posible. Si la Presidenta continúa en el Gobierno, tendrá que optar por confiscar algún activo líquido o estatización de flujos para no hacer el ajuste que cualquier familia tendría que hacer, porque la santa soja ya no alcanza.
Esto es lo que no se ha animado a decir la oposición porque hubiese perdido votos (igual los perdió) y de lo que se aprovechó el Gobierno para seguir un tiempo más en la rueda de la felicidad. El problema de la oposición es que no se anima a advertirle a la gente lo que viene.
En definitiva, si la convertibilidad estalló porque no pudo seguir financiándose aquel nivel de gasto público, ¿por qué este modelo va a terminar en forma diferente si el origen del problema es el mismo? Un gasto artificialmente alto. En los 90 se financió con deuda; ahora, con soja más confiscaciones, más una presión impositiva salvaje.
Insisto, sólo se me ocurren dos sectores por los que puede ir el Gobierno. Uno, la estatización del comercio exterior y otro, los depósitos bancarios. Tendría una tercera alternativa, sincerar el Indec y las cuentas públicas para salir a colocar deuda en el exterior, si es que este convulsionado mundo se lo permite.
Por Roberto Cachanosky | LA NACION
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