miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL CURA QUE ENFRENTA A EL GOBIERNO CON LAS CAMPANAS DE LA IGLESIA.

Existe algo que caracteriza a Famatina que se convoca en la Plaza cada vez que la minería quiere avanzar sobre su territorio. Se trata de las campanas de la Iglesia, que avisan a la comunidad que deben salir a las calles para defender la vida y el agua, como lo dicen las pancartas. Quien tiene la responsabilidad de tocar las campanas es el cura párroco de la Iglesia “San Pedro” de Famatina, Omar Daniel Quinteros, quien es un ferviente opositor a la minería. El interior profundo tiene sus particularidades y por ello, La Rioja no está ajena. Tampoco lo está la localidad de Famatina, una tierra que se opone a la política minera que impulsa el gobierno y que se lo hizo saber al propio gobernador Luis Beder Herrera al llegar a un almuerzo este martes a una finca del oeste provincial. En ese marco, existe algo que caracteriza al pueblo que se convoca en la Plaza cada vez que la minería quiere avanzar sobre su territorio. Se trata de las campanas de la Iglesia, que avisan a la comunidad que deben salir a las calles para defender la vida y el agua, como lo dicen las pancartas. Cada campanazo anuncia que hay que dejar la siesta, el trabajo o cualquier otro cosa y convocarse. Quien tiene la responsabilidad de tocar las campanas es el cura párroco de la Iglesia “San Pedro” de Famatina, Omar Daniel Quinteros, quien es un ferviente opositor a la minería. "Las campanas de la Iglesia van a seguir sonando con la ayuda de Dios", dijo el cura en el marco de una nueva movilización y abrazo solidario al Famatina, bajo el lema “Si a la vida, no a la mina a cielo abierto. "La Iglesia Católica siempre tiene algo que decir con respecto a la vida, a la historia y la sociedad, y yo siempre estuve con este pueblo", sostuvo el sacerdote, al destacar que "sabemos que para las grandes esferas del poder nuestra voz pesa poco, pero sabemos que es importante la presencia de un pastor de Dios en nuestro pueblo". Agregó que "no me dejaban tocar las campanas de la Iglesia en alusión a la lucha antiminera de este departamento, pero tengo el apoyo del Obispo y de mí pueblo; entonces sí se tocan con la ayuda de Dios y del niño de Gualco". Por eso, dijo que "mi decisión está tomada y seguirmos resistiendo el avance pacíficamente, y diciendo no a la minería y a los obsecuentes, no estamos solos y sigamos haciendo historia". Además denunció que “desde las altas esferas del poder solicitaron mi traslado y que me prohíban tocar las campanas” y remarcó que “donde los poderosos se preocupan porque en una campana hay contaminación acústica y no por otra clase de contaminación mucho más peligrosa que deja secuelas de muerte por muchísimo más tiempo”.

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