Plantaciones y establecimientos industriales o artesanales dedicados al "oro verde" pueden ser recorridos por turistas para conocer el proceso que lleva a esos pequeños frutos desde la planta hasta ser envasados en salmuera o convertidos en aceite. Una tradicional aceitera produce en forma artesanal desde 1957 es la de la familia Hilal. El gris y el ocre de los valles del noreste de La Rioja reverdecen en el departamento Arauco, no por causas naturales sino por sus extensos y prolijos olivares que producen la mayor parte de las aceitunas argentinas, y cuyos predios están abiertos al turismo en la Ruta del Olivo. Plantaciones y establecimientos industriales o artesanales dedicados al "oro verde" pueden ser recorridos por turistas para conocer el proceso que lleva a esos pequeños frutos desde la planta hasta ser envasados en salmuera o convertidos en aceite. Este departamento produce una variedad única, la arauco, que es una aceituna de sabor intenso, oval y alargada, carozo pequeño -por lo tanto, carnosa- promocionada como de "gran tamaño", aunque es más chica que otras del exterior como las españolas de La Mancha o las sirias, que casi las duplican en volumen. Una tradicional aceitera produce en forma artesanal desde 1957 es la de la familia Hilal, donde "todavía usamos molino de piedra y decantación natural para hacer aceite de oliva", explicó a la agencia Télam Fabiola Chumbita, quien ofició de guía en la visita, junto a las grandes ruedas de piedra, ahora movidas a electricidad. "Siempre molemos aceitunas frescas, directamente de la planta al molino -prosiguió-, que tritura la pulpa y el carozo y la convierte en una pasta muy blandita en la que ya está el aceite a la vista". Esa pasta es puesta entre planchas flexibles de acero llamadas "capachos", y prensada con un pistón hidráulico que separa sólidos y líquido y permite obtener un litro de aceite cada 10 kilos. Chumbita indicó que "ese jugo de la aceituna es agua y aceite que cae a la pileta, donde hacemos un lavado de agua tibia en forma de lluvia, en frío y con decantación natural". El líquido pasa por varias piletas en las que se lava y decanta "hasta llegar a la última pileta con un 99% de aceite limpio, y de ahí lo pasamos a un tacho donde decanta de tres a cuatro meses hasta sacarlo y, si es necesario, a veces lo filtramos", dijo. El resultado es un aceite extra virgen de menos de un grado de acidez oléica, "porque siempre molemos aceitunas frescas, nunca estacionadas", explicó la guía, quien mostró el envasado, que también se hace a mano, botella por botella. Esta PyME familiar en sus mejores cosechas llega a moler un millón de kilogramos. En ese marco, la apertura de los olivares y las plantas procesadoras de aceitunas y aceites al turismo es incorporar 400 años de historia de este departamento riojano a la propuesta turística, explicó la directora de Turismo del departamento Arauco, María Alejandra De la Fuente. La funcionaria dijo a Télam que "la propuesta es mostrar nuestra principal economía, la olivicutura, desde un turismo tradicional, en tanto la elaboración y conservación, y su transformación tras 400 años de historia que tenemos en una industria que se ha tecnificado". "Queremos mostrarlo como un atractivo turístico, para que el visitante sepa cómo es esta actividad que involucra al 80% de nuestra población del departamento -17 mil habitantes-, que vive de la olivicultura". La Rioja produce el 75% de las aceitunas del país y, dentro de la provincia, el 80% de esa producción surge de Arauco, en tanto el principal comprador es Brasil, que se lleva casi un 90% de la producción. Aimogasta, la cabecera del departamento, cuenta con un olivo cuatricentenario, único sobreviviente de una tala ordenada desde España durante el virreynato, considerado la fuente del resurgimiento de la olivicultura en el país, en Chile y en Perú, adonde fueron llevados sus hijuelos. El colosal árbol, que aún produce cientos de kilogramos anuales de aceitunas, no sólo es un atractivo turístico, sino que también fue declarado Monumento Histórico Nacional. De la Fuente mencionó otros atractivos de su área en el departamento como el barreal de Arauco, donde se practica carrovelismo, y el Señor de la Peña, una roca gigante que dicen que remeda el perfil de Cristo y es venerada en Semana Santa por más de 45 mil fieles.
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