lunes, 1 de abril de 2013

EL MIRADOR POLITICO Y UN DURO ENFOQUE SOBRE EL DEPARTAMENTO FAMATINA.

Paradojas del “lejano oeste”

El pequeño departamento Famatina sigue siendo el epicentro de las miradas, que con denodado esfuerzo tratan de dilucidar los secretos que encierra y la manera paradójica que sus gobernantes y actores de la sociedad se mueven, según sus propios intereses, y pensando poco y nada en el bienestar general.

El slogan “El Famatina no se toca” cada vez resuena menos porque de minería ya nadie habla, pues las intenciones de exploración y posterior explotación quedaron supeditadas a la obtención de la mentada “licencia social”. Sin embargo, parece que tampoco se puede “tocar” Famatina, cual si fuese un condado donde nadie que no coincida con los ideales del jefe comunal, sus colaboradores y un grupo de personas antimineras, puede ingresar sin sufrir el escarnio y el acoso permanente que nada tiene de pacífico, sino más bien todo lo contrario.

La decisión de Luis Beder Herrera de desembarcar junto a Adriana Olima en el norte famatinense a principios de la semana que pasó, despertó la ira de minúsculos sectores empecinados en generar disturbios y provocar violencia a cualquier costo. De más está recordar que a este mandatario lo eligieron para gobernar los destinos de todos los riojanos, a los que lo votaron y aquellos que no, para eso vivimos en democracia.

Este sistema permite que cada dos años se pueda premiar o castigar con su voto al gobernante de turno, por lo que cualquier ataque a la institucionalidad de la democracia reinante, es una señal de desestabilización imperdonable en estos tiempos. Si la semana pasada, en esta columna se remarcaba que la intolerancia es mala consejera, hoy cabe decir que es un claro signo de ignorancia.

El análisis facilista de quienes quieren ver las cosas desde su propia conveniencia, justifica esta reacción adversa de la gente de Famatina contra Beder y Olima, por la supuesta traición a la voluntad popular. Pero es justamente esa misma gente la que permitió al Gobernador recorrer tres pueblos sin necesidad de policía ni custodia, dando la pauta que los únicos disconformes con esta visita, se encontraban en el ingreso al pueblo, tras una barrera de efectivos policiales.

Ese grupo de medio centenar de personas se arrogan una representatividad que nadie les otorgó, o al menos no evidencia acompañamiento mayoritario de un departamento con más de 7 mil habitantes. Si de ese conjunto se excluye al intendente junto a su gabinete y los manifestantes que llegaron desde Chilecito, los famatinenses que se movilizaron podrían ser contados con los dedos de la mano.

Los derechos de uno terminan donde empiezan los del otro y es justamente allí donde radica la discusión en Famatina. El derecho a manifestarse no implica la agresión y la violencia con la que muchas veces actúan los antimineros, que llamativamente son encabezados por el propio intendente Bordagaray, quien en todo caso, debería garantizar la paz social de su propio terruño.

Con los últimos acontecimientos, quedó al descubierto que la alteración que generan estas personas, no causa efecto contagio en el resto de la comunidad, que sin ningún tipo de presiones “externas”, se acercó al Gobernador y lo saludó a su paso. Hubo pobladores de la zona norte que no comparten la política del Gobierno provincial y lo expresaron con una remera o una bandera, pero con el debido respeto que la investidura merece.

Capítulo aparte merecen las consideraciones contundentes que, por primera vez, tuvo Beder Herrera para con el intendente Ismael Bordagaray, que ese mismo día y tras quedar varado a mitad de camino en el ingreso a Pituil, envió un mensaje para que el Gobernador lo recibiera. El pedido no solo que no tuvo eco, sino que la respuesta fue contundente: “Lo puedo recibir en Casa de Gobierno, si quiere”, de acuerdo con lo que se conoció.

Habría que ver si Bordagaray está dispuesto a ello, luego de la calificación de “inútil” que Beder usó para referirse al intendente famatinense, que seguramente duele más que cualquier otro epíteto. Además, justificó el calificativo al develar un secreto a voces, que después fue admitido por el propio Bordagaray: tiene guardado en las arcas municipales entre 2 y 3 millones de pesos desde hace más de un año, y no les otorga el fin comunal que corresponde.

La pregunta de cajón es ¿no hay necesidades que cubrir en el departamento? o ¿Dónde quedaron las quejas por la falta de fondos que miles de veces se expresaron desde la Municipalidad? Los memoriosos recordarán imágenes del intendente barriendo las calles o pidiendo ayuda para comprar combustible para los camiones, sin embargo dinero evidentemente no le faltaba. Nadie pide que malgaste los fondos, sino que se aplique en lo necesario, porque para eso se enviaron, y mantenerlos sin uso durante tanto tiempo va en desmedro de su aplicación, a sabiendas del proceso inflacionario que vive el país.

Es inentendible esta posición adoptada por Bordagaray, que obliga a todo un pueblo a vivir en las limitaciones de servicios y obras públicas, teniendo en caja semejante suma de dinero. Esto desbarata todo discurso de reclamo que durante tanto tiempo mantuvo, cual si fuera un mendigo. Esta doble faceta empieza a jugarle una mala pasada en su propia gestión, porque comienza a derribarse un mito e instaura la duda respecto a todas las otras denuncias que habitualmente formula.

Quizá sea el momento de repensar posiciones y priorizar al pueblo, en lugar de las apetencias y caprichos personales. La historia seguramente juzgará este accionar, donde la gente sufre las limitaciones mientras las arcas y los bolsillos de los gobernantes rebosan de billetes.

SER O NO SER, ESA ES LA CUESTIÓN

El mismo dilema planteado por William Shakespeare en su obra maestra Hamlet, cabe para analizar la situación del párroco de Famatina, Omar Quintero y su accionar parroquial. La curia respaldó la tarea que desarrolla en ese departamento, al tiempo que negó de manera rotunda su participación en cualquier hecho de violencia, tal como fue denunciado por la diputada Adriana Olima al sufrir agresiones a la salida de un acto en esa localidad.

El pronunciamiento con ribetes corporativistas, deja para el análisis una parcialidad llamativa y que lejos está de la cercanía de “los pastores con las ovejas”, que promulga el Papa Francisco. Escuchar una sola campana sin dar chances a oír otras voces o esperar un pronunciamiento de la Justicia que hoy investiga esos hechos, es al menos apresurado.

La lectura al término de la Misa Crismal sienta una posición concreta en defensa de uno de los sacerdotes más cuestionados últimamente. Lo que se discute es la presencia o no de Quintero durante las probadas agresiones contra de la legisladora, que incluyeron piedras y extrañas sustancias líquidas, además de los insultos que son moneda corriente.

El testimonio del sacerdote sobre su llegada al lugar después de los incidentes, fue adoptado como cierto por el resto de sus pares, que no aguardaron un pronunciamiento del juez que investiga la causa, y que tendría acreditada la presencia de Quintero al momento de los hechos. Varios testimonios y fotografías así lo avalarían, como también los informes policiales emanados y que no son un invento mediático.

En el mejor de los casos, se debería haber esperado contar con todos los elementos para recién pronunciarse, como también hacer lugar al repudio por la violencia de género, más allá de la presencia o no del sacerdote en cuestión. ¿O el supuesto ataque contra el cura es más importante que la agresión a una mujer, mucho más si es una legisladora representante del pueblo y miembro de la Iglesia como laica? ¿No hubiera sido propicio que el obispo Roberto Rodríguez y una comisión se haga presente en Famatina y corrobore los hechos descriptos?

Son varios los interrogantes que quedaron rondando en el ambiente y que la Iglesia como tal no tendría que omitir, más allá del pensamiento de un grupo de sacerdotes, que deberían saber que la Iglesia es la Familia de Dios, donde no existen diferencias, porque todos somos hermanos, todos somos hijos de un mismo Padre. Todos somos iguales, sin superioridad alguna de unos sobre otros.

No hay comentarios: