Terminada la sesión preparatoria, senadores radicales y peronistas aprovecharon para saludarse tras meses de no verse. En un rincón, casi con un pie en el Salón Azul, Gerardo Zamora esperaba felicitaciones que no llegaban por haber sido nombrado presidente provisional del Senado. Sólo un tímido abrazo de Miguel Pichetto y otro de Amado Boudou permitían imaginar que se trataba nada menos que del protagonista de la jornada. El contraste con los calurosos saludos que recibió, por ejemplo, el ex presidente Carlos Menem por parte de senadores como Pichetto, la propia Rojkes de Alperovich o Aníbal Fernández, no pudo ser mas notorio. Venía de soportar un rígido aunque no tan efusivo ataque de Gerardo Morales, el jefe de bloque de los radicales, quien llegó a recordarle que todavía no le devolvió la sede del Comité de Santiago del Estero. La designación de Zamora al frente del Senado fue una imposición de Cristina a su bloque que Pichetto intentó resistir inutilmente. Acaso quien mejor graficó la bronca fue el radical Morales, que acaso tuvo un guiño de sus pares peronistas para que diga lo que ellos no pueden decir: "Es una falta de respeto para el FpV, porque se nota una total desconfianza para su propia tropa”, dijo el senador radical y agregó hiriente que el bloque peronista “se traga sapos, pone la cara, y banca a morir al Gobierno, le ponen a un ex radical que nos ha traicionado”.
Un cargo no deseado:
Zamora nunca se preparó para esto. En Santiago del Estero aseguran que cuando la Corte Suprema de Justicia le impidió ir por otra reelección planeó ser un gobernador en la sombras de su esposa y finalmente sucesora. “Iba a ser más que Kirchner. Quería que ella firmara los decretos y no mucho más. Él odia viajar y estar en Buenos Aires y ahora tendrá que hacerlo todas las semanas”, cuentan en Santiago del Estero. Su inscripción como senador suplente tuvo como objetivo arrastrar votos. Pero cuando jamás había pensado en asumir, en noviembre recibió el llamado de Carlos Zannini. El secretario Legal y Técnico y mano derecha de Cristina, acostumbrado a resolver cosas a último momento, fue concreto: “Hacé renunciar a Daniel Brue a su banca, asumí y en febrero sos presidente provisional”, le prometió. No hizo más que correr ese rumor que los senadores del FpV lo pusieron del bando enemigo y amagaban con rebelarse. En febrero, la presión obligó al Gobierno a bajarle el tono a su candidatura. En su entorno cuentan que verdaderamente él creyó realmente que podría ser un senador raso. “No quería ni tener comisiones a cargo e ir a las sesiones”. Pero finalmente Cristina lo quiso donde lo había propuesto Zannini: En el segundo lugar de la línea sucesoria, sólo debajo de la presidenta y Amado Boudou. Pragmático, al “Chino” le da confianza por dos razones: No pertenece a la liga de gobernadores peronistas y su Gobierno depende casi en forma exclusiva de los aportes nacionales por lo que ni en los sueños podrá rebelarse. Sin diálogo con el bloque oficialista, que ni siquiera lo invitó a una reunión, Zamora sólo podrá conocer los pormenores de la Casa a través de Boudou y el secretario administrativo, Juanchi Zabaleta. Tal vez de a poco se gane la confianza de sus pares que repudian que ocupe un cargo que nunca pidió. ¿Acaso tiene sentido que el próximo Gobierno nacional lo integren enemigos? Difícil, para quien construyó una carrera ejecutiva asociado a la Casa Rosada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario