sábado, 26 de febrero de 2011

LA ELECCIÓN PROFESIONAL Y FUTURO LABORAL EN LA ARGENTINA.

Una característica saliente del tiempo que vivimos es la transformación continua de las actividades humanas, que se van modificando con vertiginoso ritmo. Esa realidad ha llevado a una afirmación paradójica: lo único constante es el cambio, proposición que resume la experiencia observada en variados campos; uno fundamental es el referido al trabajo y el ejercicio profesional. En ese sentido, es evidente la influencia del prodigioso crecimiento de los conocimientos científicos y las creaciones tecnológicas, que han gravitado decisivamente en el avance de la productividad y la eficiencia en el orden de la economía contemporánea. La renovación que se ha venido operando -particularmente desde la segunda mitad de la pasada centuria- ha multiplicado las profesiones, ha redefinido conceptos y su modo de comprender su ejercicio futuro, cuestión de suma importancia para los jóvenes, tanto en el trance de elegir una carrera como en lo que concierne a su posterior inserción laboral, ocasión en la cual jugará un papel central su disposición a responder a los cambios que se presenten. Para decirlo brevemente, hasta las primeras décadas del siglo pasado el logro de una graduación abría un panorama de desarrollo previsible a lo largo de la trayectoria profesional; hoy, esa relativa estabilidad no existe. Es valioso recordar en este punto que el derecho a elegir un estudio superior por los adolescentes jóvenes demandó siglos. Grandes acontecimientos -como la Revolución Industrial, la proclamación de los derechos humanos, el advenimiento de la democracia y los avances de la educación universal- promovieron ese reconocimiento, el respeto por las vocaciones personales y, más tarde, la estimación de las aptitudes y capacidades en función de las demandas laborales. En ese cuadro entró a jugar la dinámica cada vez más acelerada de los cambios, sobre todo a partir de la llamada revolución electrónica, que obliga a pensar en una constante incorporación de innovaciones en la vida profesional, con periódicos cursos de capacitación y hasta de reconversión profesional, lo que implica un regular abandono de conocimientos y habilidades que pierden vigencia para incorporar lo nuevo, más productivo y eficaz. Ese proceso de cambio constituye un desafío movilizador para el cual estudiantes y graduados recientes tienen que estar dispuestos, y para ello es menester que prioricen desde el inicio de sus carreras las habilidades para el aprendizaje, porque su trayectoria profesional futura así se lo ha de exigir. Junto a esa continua actualización de capacidades para incorporar lo nuevo debe crearse tempranamente el hábito de informarse de los cambios que se introduzcan y de los que se anticipan a través de fuentes serias de difusión. De ese modo el paradójico cambio continuo podrá servir como criterio orientador para los pasos profesionales por dar y será apreciado como un verdadero incentivo para ganar en calidad profesional.

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