Los 10 de septiembre de cada año, se llevan adelante jornadas de reflexión, difusión y prevención del suicidio. Es promovido por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y la Organización Mundial de la Salud (OMS). En La Rioja, el Ministerio de Salud, a través de la Dirección de Salud Mental, adhirió a la jornada el lunes en la explanada de Casa de Gobierno. Se montó un stand donde se brindó asesoramiento y distribuyó folletería con el objeto de “crear conciencia de algunos puntos importantes y fuertes que tienen que ver con la prevención del suicidio”. En el marco de acciones promovidas por la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones-dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, la directora de Salud Mental de la provincia, Marcela Coria, admitió que se trata de “una tarea compleja atravesada por muchos factores”. En este sentido, opinó que si “entre todos hacemos una actividad conjunta en diferentes áreas del Estado y de la comunidad en general, podemos llegar a disminuir el número de suicidios en la provincia”. Sostuvo Coria que es “difícil definir un motivo que lleve a un sujeto a tomar esta decisión”. Aunque reconoce que “puede haber un detonante final” que incida como “una desestabilización a último momento”. Insiste que no se trata de un solo factor que provoque “una situación de vulnerabilidad emocional” que conlleve a una “dificultad de relación con la familia, en el ámbito laboral, entre otros”. Lo describió como una “espiral de situaciones que se van encadenando y que llevan al sujeto a tomar una decisión drástica”. Consultada sobre estadísticas de esta problemática en la provincia, Coria dijo que este año se darían cifras similares al 2011. En cuanto a las edades dijo que comprende jóvenes que van de los 13 a 14 años y sujetos de 65-70 años y jóvenes de edad intermedia”. Remarcó que estos hechos suceden tanto en Capital como en el interior, sobre todo en Chilecito, Chepes, Villa Unión y Famatina. En la tarea de la prevención, Marcela Coria puso énfasis en el acompañamiento de la familia. Hizo hincapié en los “signos de alerta”. En este orden, observó el tema de los “mitos” y “realidades”: “El que dice que amenaza que se va a matar, no lo hace”. En realidad, “La mayoría de las personas que se suicidaron, hicieron saber el propósito de acabar con su vida”. También se dice que “el que se suicida está atravesando una depresión”. La realidad dice que “puede ocurrir en un estado depresivo o no”. Otro mito sostiene que “el que se suicida, desea morir”. La realidad indica que “es posible que una persona con ideas suicidas no desee morir si se produjeran cambios en su vida”. Señalan algunos que “hablar con una persona sobre sus intenciones de matarse incrementa el peligro”. En este caso, “está demostrado que hablar sobre el suicidio reduce la posibilidad de cometerlo y puede ser una oportunidad para ayudar a quien está padeciendo”. En esta tarea, Coria comprometió a todos “a hacer algo”, comenzando por los familiares, docentes, compañeros de trabajo, de estudios. También a instituciones como los clubes, centros vecinales, religiones, entre otros.
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