El secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, brindó aquí una charla denominada "Las Luchas Federales". Durante hora y media, el historiador hizo un repaso de los últimos doscientos años de historia de la provincia y destacó el papel que tuvieron los grande caudillos del federalismo, como Felipe Varela, Facundo Quiroga, El Chacho y Pedro Ignacio de Castro Barros entre otros, contra la lucha del unitarismo. La disertación tuvo lugar en la sala del Nuevo Teatro Provincial, Víctor María Cáceres, a la que concurrieron algunos funcionarios del gobierno riojano, historiadores y público en general. El funcionario nacional brindó una cátedra magistral sobre los últimos doscientos años de historia de las lucha federales. Durante su elocución, Duhalde demostró que no hace falta ser riojano, ni haber pasado gran parte de la vida en la provincia para conocer detalladamente y a fondo, aspectos muy particulares de nuestra historia y a de los personajes que ocuparon papeles protagónicos en las batallas contra el unitarismo porteño. En el comienzo de su exposición, consideró clave el papel de La Rioja en la formación del Estado, argumentando que "esta provincia tiene la singularidad histórica de haber jugado un papel fundamental en la creación del Estado Nacional". Destacó que el periodo de protagonismo riojano, fue comprendido entre 1810 y 1880. "Cuando uno habla de caudillos federales desde cualquier lugar de la Argentina, es inevitable hacer referencia a arquetipos como Facundo Quiroga, Angel Vicente Peñaloza y Felipe Varela, el caudillo por antonomasia esta referido a estos jefes populares de la montonera riojana". Explicó que "las luchas de La Rioja durante este periodo fueron contra las condiciones de sumisión y explotación que se vivían y contra los intentos de apropiación de las riquezas por el capital extranjero, del imperio británico de la cual fue agente eficiente la oligarquía portuaria de Buenos Aires". "Para ese entonces nuestra provincia era la más pobre de las catorce provincias argentinas; tenía treinta y cuatro mil habitantes para sus casi noventa mil kilómetros cuadrados y en la ciudad solo se concentraban seis mil personas. Esto sirve para dimensionar el carácter de la gente heroica como los caudillos riojanos", precisó. Duhalde reflexionó que "hay una malversación de la historia, de mentir y manipularla, se hizo parecer a los caudillos riojanos como figuras folklóricas, inexplicables en sus conductas; haciéndolos parecer al mismo tiempo como señores feudales de una Argentina perimida, de un país anterior a las ventajas que traería el ingreso del capital extranjero, sobre todo a partir de la llegada del gran destructor de la nacionalidad; Bernardino Rivadavia". "Pareciera que los caudillos son figuras individuales que controlan y dominan a gauchos salvajes quienes integran la montonera", remarcó. Al nombrar a Felipe Varela y para describir el sentimiento de adhesión que el pueblo tenía en ese entonces a la conducción de sus líderes federales, el historiador citó al escritor Dardo de la Vega Díaz diciendo que "...por donde pasaba Varela, los ranchos iban quedando vacíos…". "Esta adhesión es la que le dio fuerza a los caudillos riojanos; podían ser vencidos en batallas de gran magnitud y ferocidad, pero aún así, se replegaban rápidamente y la montonera se rehacía", enfatizó. Duhalde dice que "Urquiza entrega una batalla victoriosa, la caballería había parcticamente destrozado al ejercito de Mitre, pero los compromisos económicos, políticos y la propia acción de la masonería a la que pertenecían tanto Mitre como Urquiza, lo lleva a este segundo a entregar una batalla ganada y a partir de eso Mitre toma las riendas del Estado Nacional en unas elecciones fraudulentas como todas las de esa época en 1862". "A raíz de eso, viene una de las etapas mas difíciles dentro de la historia argentina, porque los coroneles de Mitre salen a "pacificar el país, son conocidos como los carniceros por su crueldad", subrayó. Al mismo tiempo, manifestó que el libro "Los Coroneles de Mitre", de Ricardo Mercado Luna, es una obra que es indispensable reeditar y ser leída por las nuevas generaciones". Con relación a esto, el historiador afirmó que "Rivadavia buscó apropiarse como socio menor de la banca inglesa de las minas del Famatina, él acababa de contraer el empréstito de un millón de libras, de las cuales llegaron solamente quinientos sesenta mil en pagarés, lo demás fueron las comisiones y los costos de la firma de dicho empréstito, eso hipotecó nuestro país". Añadió que "todavía en los archivos del banco de Buenos Aires se pueden ver los papeles que nunca se pagaron. Esta deuda se terminó de pagar durante el primer gobierno de Perón, después de 1946". "Después de esto se inmovilizó la tierra pública del Estado, para garantizar el empréstito y se inventó una ley tomando un modelo de del imperio Romano, la Ley de Enfituesis, que trababa la tierra solo para su explotación, lo que permitía solamente su uso, ya que era la garantía del empréstito inglés", dijo Duhalde y avanzó "en esa voracidad, luego vinieron sobre las minas del Famatina; comenzaron con la destrucción de las industrias del interior". En referencia a la obra de Domingo Faustino Sarmiento, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, expresó que "es uno de los libros más importantes escritos en el siglo XIX en Argentina" y agregó que "la fuerza del personaje atrapa al autor y a pesar de ser un libro para denigrar a Facundo, la pujanza de él impulsa la mano de Sarmiento en la escritura y el personaje termina imponiéndose a los propósitos del autor; de denigrarlo, esa es la fuerza de Facundo". "En los últimos doscientos años nuestra historia se fue construyendo sobre la base de las necesidades y propuestas de cada momento. A la historia siempre la escriben los vencedores, contra ella hay que luchar porque siempre suele ser una historia de falsedades y es utilizada como un instrumento de dominación y vasallaje", expresó. Sobre este caudillo, consideró que "su protagonismo político fuerte comienza sobre los finales de la década del cincuenta, sus batallas, acuerdos, desacuerdos y la firma del tratado de la banderita buscando la paz con los coroneles de Mitre". Duhalde explicó que "tras la firma, él presenta un listado de los prisioneros que le hizo el ejercito mitrista, se pactó el canje y pide que se le entreguen los suyos y no había ninguno, porque todos habían sido asesinados". "¿Donde están los míos, será cierto lo que se me ha dicho, será verdad que todos fueron fusilados, como es entonces que yo soy el bandido, el salteador y ustedes los hombres del orden y de principios?", citó Duhalde y aseguró que "esto se repitió a la largo de la historia argentina, los militantes populares siempre fueron los salteadores y los hombres del orden produjeron grandes genocidios para salvaguardar sus intereses". El historiador recordó al auditorio el momento y circunstancias de la muerte del Chacho relatando que "cuando le avisan al coronel mitrista, Pablo Igarzabal, (que para establecer alguna comparación no hay diferencia entre él y el general Menéndez), ante la noticia corre, entre a la casa de Chacho que estaba atado de manos, lo lancea y ordena a sus soldados que lo acribillen y exhiban su cabeza durante ocho días en la plaza de Olta". "Eso generan los civilizadores de nuestra patria, los que construyeron la historia llamando bárbaros a los hombres de los pueblos, de las provincias y especialmente a los caudillos riojanos", reflexionó y continuó "con esa historia de desigualdades y sometimiento construyeron el país del siglo XX y como si fuera poco cada vez que se hizo alguna respuesta popular que llegó al gobierno hicieron lo imposible para derrocarla, así sucedió con Yrigoyen y Perón", concluyó.
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