Al cumplirse 32 años del asesinato del obispo de La Rioja Enrique Angelelli, el secretario de Derechos Humanos de la provincia, Domingo Bordón, cuestionó la celeridad de la justicia para resolver el caso. “Es vergonzoso la falta de avance en la causa”, dijo el secretario de Derechos Humanos, al tiempo que responsabilizó de la demora a "las leyes de obediencia debida y punto final”. Con la derogación de las mismas, prevé "mayor celeridad en las causas que tienen que ver con la última dictadura militar". Por su parte, la Iglesia de Neuquén recordó al obispo Angelelli y a todos los mártires latinoamericanos. En un documento, el actual obispo de esa provincia, monseñor Marcelo Melani, recordó también a los dos sacerdotes -Carlos Murias y Gabriel Longueville- y un laico -Wenceslao Pedernera- asesinados días antes que Angelelli y destacó que "entregaron su vida para que el pueblo tuviera vida y la tuviera en abundancia". El fallecido obispo neuquino Jaime Francisco De Nevares junto a todos los sacerdotes de la Diócesis instauraron el 4 de agosto como el Día de los Mártires Latinoamericanos en homenaje a Angelelli. Angelelli, asesinado un fatídico 4 de agosto de 1976, a poco de iniciada la dictadura militar, había nacido el 17 de julio de 1923 en Córdoba y a los quince años ingresó al Seminario Metropolotiano Nuestra Señora de Loreto. A los 26 años fue ordenado sacerdote y continuó sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma hasta obtener la licenciatura en derecho canónico. El 12 de diciembre de 1960 fue designado por el papa Juan XXIII, obispo titular de Listra y auxiliar de Córdoba, y el 20 del mismo mes fue nombrado vicario general de la Arquidiócesis. El 12 de marzo de 1961 recibió su consagración episcopal en la Catedral de Córdoba. Participó del Concilio Vaticano II donde profundizó sus opciones pastorales y vivenció la realidad universal de la Iglesia. En 1968, el papa Pablo VI lo designó obispo de La Rioja. Quiso ser un riojano más y desde el inicio visitó instituciones, comunidades, barrios y poblados de esa provincia. En 1974 el país vivía un recrudecimiento de la crisis social y política, con asesinatos, atentados y ataques a los dirigentes y organizaciones populares. En setiembre viajó a Roma en visita ad limina. Estando en Europa le aconsejaron qeu no regresara porque su nombre figuraba en la lista de los amenazados por la triple A. Angelelli retornó a la diócesis y planteó sus ejes: caminar con y desde el pueblo, seguir actuando el Concilio y continuar la promoción integral de los riojanos. Luego del golpe del 76 se intensificó el control y el seguimiento a los miembros de la Iglesia. Monseñor Angelelli levantó su voz para denunciar violaciones a los derechos humanos e hizo conocer al episcopado la persecución de que era objeto la iglesia de La Rioja. Hizo gestiones ante autoridades militares, incluso el comandante del III Cuerpo de Ejércico, Luciano B. Menendez, quien le amenazó: el que tiene que cuidarse es usted. El 18 de julio fueron secuestrados, torturados y asesinados los sacerdotes Gabriel Longeville y Carlos Murias, de Chamical. Cuando monseñor Angelelli regresaba el 4 de agosto junto al padre Arturo Pinto, luego del novenario a los sacerdotes asesinados, a la altura de Punta de los Llanos, su camioneta fue embestida por un auto, que le provocó el vuelco. El cuerpo del Obispo fue sacado y su nuca golpeada contra el asfalto, quedando su corpulenta figura extendida con los brazos abeirtos sobre la ruta. Aunque se intentó ocultar la cuestión, calificándola como accidente automovilítico, la causa se reabrió y en 1986 el juez Aldo Morales dictaminó que esa muerte fue un homicidio fríamente premeditado, debiéndose identiificar a los autores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario