La mayoría de los economistas coinciden en que las cuentas fiscales están complicadas por la caída de la actividad. Prevén que sin una baja de los subsidios al sector energético, y aumentos de gastos para solventar al fútbol y a Aerolíneas, entre los más nuevos, deberá aplicar ajustes. Se descarta que los mismos se produzcan en planes sociales para paliar la pobreza y la desocupación crecientes para las estadísticas no oficiales. Algunos creen que sin crédito externo y con el interno complicado, para financiarse se recurrirá al impuesto inflacionario y hasta podrían aplicar una leve devaluación. La marcha atrás del Gobierno con el tarifazo ensombrecería aún más el escenario fiscal, ya golpeado por la recesión y los desembolsos pre-electorales. En caso de que el ministro de Planificación, Julio de Vido, no logre desarmar la trampa de subsidios que armó en los últimos seis años, por el costo político que le implica, y que en octubre, fecha en la que vence el freno a las subas, decida mantener los desembolsos que el estado realiza para compensar a las empresas por la compra de combustibles importados que no se sustentan con las tarifas, la expansión del gasto necesariamente golpeará a la obra pública y a las transferencias hacia las provincias. Frente al cierre de los mercados voluntarios de créditos y el agotamiento de las fuentes de financiamiento público como la ANSES, el Banco Nación y Banco Central, la expectativa de los consultores privados era que, pasado el primer semestre, marcado por las elecciones del 28 de junio, el gasto dejara de expandirse a tasas que casi triplican el crecimiento de los ingresos. En la primera mitad del año, el gasto primario creció al 31% y los ingresos sólo lo hicieron al 12 por ciento. “El aumento del gasto del segundo semestre debía alinearse con el de los ingresos para obtener un resultado primario en términos del PBI de por lo menos la mitad del de 2008; lo que permitiría cerrar el cuadro fiscal total”, explicó a PERFIL Ariel Barraud del IARAF. Ahora, el panorama es otro y Barraud espera que el año cierre con un resultado fiscal primario de tan sólo medio punto porcentual del PBI, unos cinco mil millones de pesos, cuando en 2008, el superávit alcanzó el 3,15% del producto bruto. Así, a patir de los últimos anuncios de política (la marcha atrás de las tarifas, la televisación del fútbol y el manteniento de la política anticíclica), el economista espera que el ritmo creciente del gasto se mantenga por sobre el de los ingresos. Frenos. El 47% del gasto no puede ser frenado, por ser principalmente salarios y jubilaciones. Sin embargo, un grupo de gastos considerados relativamente flexibles eran las transferencias corrientes al sector privado (conocidas como subsidios) y al sector público (envíos a las provincias más allá de los automáticos por coparticipación y otros entes públicos). Pero la presión de la clase media por el tarifazo mostró que los subsidios son poco flexibles a la baja. En este contexto, los economistas dan por sentado que el Gobierno recurrirá a la variable de ajuste tradicional: la obra pública, lo que tendría “un efecto diferenciado sobre el interior del país porque allí se ejecutan los gastos en proporciones relativamente más altas”, según Barraud. Más moderado, Marcelo Capello de IERAL consideró que “aún con una desaceleración importante en las transferencias corrientes y el gasto de capital, de modo que el gasto primario crezca sólo 12% en el segundo semestre, el superávit ascenderá a 12 mil millones de pesos (1% del PBI), es una estimación optimista”. Capello sostuvo además que “dado el agravamiento de la pobreza, es probable que se prioricen los recursos destinados a programas sociales (como el plan de empleo anunciado ayer), con un impacto más inmediato, en desmedro de la obra pública”. Además, “el gasto tiene poco margen para desacelerarse a un crecimiento de un dígito por las características de la política económica de los últimos años y las señales del Gobierno”, aseguró Capello, para quien, “es cada vez más probable que el Gobierno recurra al impuesto inflacionario para financiarse, con una suba moderada del tipo de cambio”. IERAL proyecta un dólar a $ 4 a fin de año y a $ 4,2 luego del primer trimestre de 2010, que generará mayor recaudación de retenciones e IVA y más transferencias al Tesoro de utilidades del BCRA, cuyos sus pasivos están mayoritariamente en pesos y sus activos, en dólares. “Eliminados los subsidios energéticos como instrumento de ajuste, si el Gobierno decide fortalecer el resultado primario, deberá aplicar un fuerte ajuste de la inversión pública y las transferencias al sector público o una mayor depreciación del tipo de cambio”, dijo Nicolás Bridger de Prefinex, que espera que la expansión de la obra pública se reduzca a la mitad, éste año.
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