martes, 8 de febrero de 2011

EN OCTUBRE PREVEEN UN RÉCORD DE CARGOS.

Será una elección récord. Desde la reforma constitucional de 1994, cuando entró en vigor el sistema de voto directo para todas las categorías, jamás hubo tantos cargos en juego para definir en un mismo día. El 23 de octubre, fecha para la que está prevista la pelea presidencial, se renovarán, en total y en una misma jornada, 708 mandatos provinciales y nacionales, según datos de la Dirección Nacional Electoral a los que accedió La Nacion. Esa cifra es la que manejan en despachos del Gobierno, de acuerdo con el cronograma que están fijando las jurisdicciones, que aún no ha sido oficializado. La lista incluye los cargos de presidente y vice, gobernadores y legisladores nacionales y provinciales. Hasta ahora, 11 provincias acoplarían su calendario a las elecciones presidenciales: Buenos Aires, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Río Negro, San Juan y Santa Cruz.Eso explica, entre otras razones, por qué habrá tantos puestos en disputa ese domingo. Otros distritos, como la Capital, aún no lo tienen decidido. En marzo, en cambio, darán los primeros pasos las provincias de Catamarca y Chubut. La maratón electoral nacional comenzará el 14 de agosto, cuando se realicen las primarias abiertas en la que se establezca qué candidatos pasarán a la instancia general. Además, podrá haber una tercera etapa en caso de ballottage. La puesta en marcha de este nuevo engranaje costará alrededor de 825 millones de pesos (ver aparte). Convencidos de que Cristina Kirchner competirá por la reelección, en la Casa Rosada sostienen que la imagen de la Presidenta sigue siendo alta y que su intención de voto bordea los 40 puntos. Eso facilitó la negociación para que la mayoría de los gobernadores -excepto los opositores- ensamblaran los comicios de sus territorios con la batalla por el sillón de Rivadavia. Así, se conformará un escenario diferente del de años anteriores. En 2007, cuando triunfó Cristina con el 45% de los sufragios y a pesar de que los sondeos la daban ganadora, ocho provincias unificaron los comicios. Ese 28 de octubre se renovaron 424 cargos. Mucho menos poder se dirimió en 2003, cuando se consagró Néstor Kirchner. Ese 27 de abril sólo se votó por el nuevo presidente (junto con el vicepresidente), desdoblándose así no sólo las provinciales, sino también las legislativas, que se hicieron en septiembre.En 1999, cuando la Alianza recaló en la Casa Rosada, las elecciones presidenciales también habían sido menos voluminosas que las que se aproximan: sólo seis distritos se plegaron y hubo en danza 257 cargos. En tanto, las de 1995, cuando Carlos Menem consiguió su segundo período, tenían un panorama similar a la contienda de octubre. "Cristina tiene hoy un efecto de arrastre importante. Es ella la gran electora", confió un funcionario cercano a la Presidenta, seguro de que irá por otro período. Por eso, cobra vital importancia para la Casa Rosada que ese mismo día se reconfigure el mapa político del país: pasarán su prueba de fuego las Legislaturas provinciales y el Congreso. Como dato político relevante, ésta será la primera vez desde 1983 que la poderosa provincia de Buenos Aires ponga en juego toda su estructura: el dueto gobernador-vice, legisladores nacionales y provinciales, intendentes, concejales y consejeros escolares. Con colectoras incluidas -como se prevé que ocurriría en ese territorio-, el cuarto oscuro será apabullante para el elector. Cada vez más empapada en la campaña, Cristina diseña el armado, apoyada en operadores del peronismo, como Juan Carlos Mazzón, y el "pingüino" por adopción Roberto Porcaro, más enfocado en reconstruir la pata radical del oficialismo. También confía para definir sobre estos menesteres en la asesoría del secretario legal y técnico, Carlos Zannini, y del ministro de Planificación, Julio De Vido. En el Gobierno sostienen que esta batalla será estratégica. Será el momento para completar los casilleros con kirchneristas leales al "proyecto" que garanticen la gobernabilidad ante un eventual triunfo y de cara a la sucesión. "Nosotros no miramos esta elección solamente. Miramos hacia 2015", dijo envalentonado, un colaborador de la Presidenta. Ese clima se respira en el seno del oficialismo más duro.

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