sábado, 25 de febrero de 2012

ANTE LA FALSA DISYUNTIVA DE MINERÍA O CALIDAD AMBIENTAL.

Ante los problemas que está viviendo la minería argentina en estos momentos el Consejo Superior Profesional de Geología expresó su opinión basada en los conocimientos y experiencias que los profesionales que lo integran han ido adquiriendo a través de los años y que siguen profundizando con estudios e investigaciones realizadas en prestigiosas instituciones nacionales y extranjeras e in situ: “La discusión del tema minero está atravesada por posturas y creencias que no dejan espacio para un debate racional, basada en la exposición de argumentos técnicamente respaldados, generándose, por el contrario, espacios de fuerte confrontación y violencia. La repetición sistemática de frases mediáticas se impone a cualquier argumento respaldado en realidades técnicas. Los rumores se convierten en verdades indiscutidas. Se soslaya abiertamente que en  muchos países del mundo se extraen substancias minerales en explotaciones a cielo abierto y también en nuestro país desde hace veinte años, sin que se comprueben los graves daños y las catástrofes ambientales denunciadas. Debemos manifestar que la explotación a cielo abierto o de forma subterránea,  no es una alternativa para los proyectos mineros: es una imposición resultante de la técnica y la economía y que, asimismo,  para la explotación a cielo abierto se han diseñado y ejecutan técnicas operativas que aseguran que el impacto ambiental, inevitable de toda actividad humana, se mantenga por debajo de los máximos admitidos por las legislaciones. Coparticipan en ellas geólogos que se desempeñan con alto grado de profesionalismo y comportamiento ético. En realidad parecería que el objetivo fuera impedir las explotaciones mineras en general, contraponiéndolas, como alternativa excluyente, a la agricultura o descalificándola con el   falazmente  mentado excesivo consumo de agua. La controversia nos atañe ya que  la geología es parte principal  de los proyectos mineros en sus etapas de prospección y exploración, que debe estar inexorablemente a cargo de geólogos, obligatoriamente matriculados en los consejos jurisdiccionales que correspondan, conforme las leyes nacionales y provinciales vigentes. En la posterior etapa de explotación la principal responsabilidad corresponde a los ingenieros de minas, asistidos por geólogos, en tanto que en la gestión ambiental la responsabilidad es asumida por equipos multidisciplinarios en el que participan profesionales geólogos, en temas tales como disposición y control de escombreras y  diques de cola, abastecimiento de agua, control de los  acuíferos, etc. Entre nuestros matriculados, aquellos  que se desempeñan en la actividad  minera lo hacen con eficiencia, responsabilidad y ética profesional. Adicionalmente, cabe destacar que la mayoría  de las tareas directivas y gerenciales de las empresas son realizadas por profesionales argentinos de diferentes disciplinas. Desde el punto de vista legal la minería,  en su totalidad, es una actividad lícita, regida por el Código de Minería, ley 1919,  que se aproxima a los 140 años de vigencia y  es el que establece la propiedad, formas de concesión y  condiciones en las que se deben realizar todas las tareas mineras de  prospección, exploración y explotación, incluyendo la protección del ambiente  en su Título Tercero De las condiciones de explotación - Arts. 246 al 268 CM - .La discusión no es minería si o no. O si el cielo abierto es mejor o peor que el laboreo subterráneo. El estudio de impacto ambiental, que obligatoriamente forma parte esencial de cada proyecto minero, debe ser realizado por profesionales de las distintas especialidades implicadas –en los que ineludiblemente también participan geólogos- y las autoridades de aplicación de cada jurisdicción, deben  aprobar,  desaprobar o exigir opciones alternativas hasta que los impactos del proyecto resulten compatibles con una explotación ambientalmente sustentable. Esta decisión de la autoridad de aplicación esta, en la mayoría de las jurisdicciones provinciales,  antecedida por audiencias públicas  en la que los distintos sectores de la comunidad pueden expresar sus opiniones y por ello conforman ámbitos favorables para el análisis y la discusión. Se advierte claramente  que las  opiniones  referidas  al tema minero  están polarizadas por prejuicios y/o creencias y también se  la defiende o condena por cuestiones políticas coyunturales. Los anti de ayer son los pro de hoy y viceversa. En este contexto resulta imposible generar un marco para el diálogo constructivo. Asimismo, entre algunos opositores de la explotación minera se encuentran actores con intereses variopintos (políticos, electorales, sectoriales, etc.) que con gran experiencia y presencia mediática instauran mentiras que son aceptadas por la opinión pública por el  desconocimiento general sobre este tema. Se falta a la verdad sin pestañear: se afirma que la minería mata, produce cáncer, lleva a la falta de agua, desertifica, que parte del NOA es desértico  por culpa de las explotaciones mineras, que el agua se enturbió o  cambió de color o  gusto, que  la Comunidad Europea  prohibió la minería, o que una niña en Catamarca murió por culpa de la minería, hecho desmentido por sus padres. Una investigación realizada por FUNCEI -Fundación Centro de Estudios Infectológicos-  presidida por el Dr. Daniel Stamboulian, en la zona de impacto de Minera Alumbrera y que demuestra la falsedad de los argumentos sobre los impactos negativos de la actividad minera en la salud, es ignorada por los medios, que “contrario sensu”  comunican  falsas creencias y mitos sobre el tema. En casi  20 años de actividad en regiones como  la Patagonia o el NOA se explotan yacimientos a cielo abierto sin impactos graves y/o irreversibles en el ambiente. Entendiendo por ambiente a todo aquello que rodea a la explotación en  sus aspectos físico,  biológicos y socio económicos. No obstante, las empresas mineras deben entender que la temática es desconocida por el grueso de las poblaciones eventualmente impactadas por los proyectos mineros y por lo tanto  comprensible  la generación de conflictos que deben ser resueltos por la vía de la explicación, la utilización de antecedentes y documentación fehaciente que respalde  cada afirmación. La  falta de información sobre un tema que es eminentemente técnico y que en el pasado reciente ha sido predominantemente materia exclusiva de especialistas, se agrava cuando se instala en los medios y cualquiera se manifiesta como un experto y propala falsa y/o sesgada información que produce incertidumbre y miedo en la comunidad. Además su utilización con fines políticos y el descreimiento de la población en sus instituciones configuran un contexto muy preocupante. Los profesionales, en nuestro caso, debemos utilizar los mejores conocimientos y prácticas para que la actividad minera se encuadre dentro de los márgenes ambientales establecidos en la medición de todos sus impactos. La obligación de la política es fortalecer las instituciones específicas de la actividad minera y ambiental, que sean públicamente reconocidas por su  prestigio  científico- técnico e independencia en sus decisiones. Además revisar algunos aspectos económicos de la normativa vigente que, recordemos, fueron establecidos en un momento absolutamente distinto al actual, en lo referente a los mercados de los minerales, particularmente los metalíferos. Es necesario además considerar el destino y forma de utilización de los ingresos generados por los gravámenes a la actividad minera, para concretar un efectivo desarrollo socioeconómico de las regiones y comunidades cercanas a los proyectos. Cabría  también analizar si dada la creciente importancia económica de la actividad minera en la economía nacional, no sería conveniente su inclusión en los programas de las escuelas medias. Las empresas deben cumplir a raja tabla con la normativa ambiental vigente y establecer una justa cuota de Responsabilidad Social Empresaria que haga de la minería una actividad sustentable. Finalmente cabe expresar que la minería en sí no es ni buena ni mala, como cualquier actividad humana impacta, sí, pero deben  minimizarse los  impactos que cada proyecto produce. Es irrefutable que la vida moderna no sería tal de no existir minería, pero también que las empresas mineras deben ajustarse estrictamente a las regulaciones ambientales. Es falsa la disyuntiva minería o ambiente. La minería puede desarrollarse en un marco de absoluto respeto a la calidad ambiental. Se debe discutir sobre bases serias, todo fanatismo es destructivo. Sobre todo debe haber educación e información. Es necesario que las autoridades gubernamentales, empresas y comunidad dialoguen, y aporten la comprensión generadora de los consensos, para que, en el respeto irrestricto a las normas, nuestros recursos minerales se conviertan en propulsores del desarrollo socioeconómico  sustentable de nuestras economías regionales”.

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