El Obispo de La Rioja, Monseñor Roberto Rodríguez, basó su denuncia contra los senadores riojanos en las notas del diario La Nación, firmadas por Joaquín Morales Solá y Gustavo Ybarra. Así quedó claro al dar a conocer el Obispado un comunicado de prensa, tras que Monseñor Rodríguez afirmó que tiene pruebas que hubo sobornos para sancionar la ley de matrimonio igualitario. El jefe de la Iglesia riojana explicó que anteriormente les remitió “información documentada (a los legisladores riojanos) sobre la regulación del matrimonio según el derecho natural, como así también del pensamiento de la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, que expresan su parecer distinto al proyecto oficial”, y agregó que “con una legisladora” mantuvo “un encuentro personal, con el mismo objetivo”. No dio nombre de la parlamentaria. A través de la misiva, Rodríguez comentó que basó sus argumentos en “las constancias públicas de los medios masivos de comunicación, sobre las presiones de distinto tipo a los legisladores para que votasen a favor del proyecto oficial, como las que constan en el diario “La Nación” del 7 de Julio del corriente año, del periodista Gustavo Ybarra y de Joaquín Morales Solá del 1 de agosto de 2010”. En ese sentido, el Obispo aclaró que “en virtud de ello no juzgué la conducta deliberativa de los legisladores riojanos en particular pues no me corresponde evaluar sus posturas políticas e ideológicas reservadas constitucionalmente al pueblo según el Art. 22 de la Constitución Nacional; pero sí me corresponde expresar el pensamiento del Magisterio de la Iglesia y de los fundamentos éticos de la sociedad, en orden al bien común, reafirmando también una mayor consolidación del sistema republicano”.
Textos a los que hace referencia el obispo Rodríguez.
Rechazan el matrimonio gay en el Senado. Por Gustavo Ybarra
Periodismo de Verdad: 7 de julio de 2010
El kirchnerismo no logró imponer en la comisión un dictamen de mayoría para el proyecto; impulsan la consagración de la unión civil
Pese a las fuertes presiones ejercidas por la Casa Rosada, el kirchnerismo fracasó ayer en su intento por imponer dictamen de mayoría al proyecto de ley de matrimonio homosexual. La oposición a la iniciativa reunió nueve firmas en la Comisión de Legislación General, sobre un total de 15 miembros, y obligará así al Senado a votar primero el rechazo del texto aprobado por la Cámara de Diputados cuando el tema se discuta el próximo miércoles en el recinto.
El fracaso no amilanó al oficialismo, que ayer se mostraba confiado en sancionar la ley. “Tranquilos, esto lo damos vuelta en el recinto”, le dijo el jefe de la bancada kirchnerista, Miguel Pichetto (Río Negro) a los dirigentes de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
Para lograr ese objetivo, Pichetto y el Poder Ejecutivo tendrán que redoblar su presión sobre los legisladores oficialistas que rechazan el matrimonio homosexual, que son varios. La tarea no es sencilla, ya que tendrán que obligar a varios senadores a cambiar el sentido de su voto o ausentarse en la sesión prevista para el miércoles próximo.
Las sospechosas deserciones en el Senado
Joaquín Morales Solá
Hay senadores que viajan con demasiada frecuencia. Otros se enferman también con insistencia. Casi todos pertenecen a la frágil, casi inexistente, mayoría opositora en la cámara que se ha convertido de hecho en la última línea de defensa parlamentaria del Gobierno. En diciembre último, eran 37 senadores supuestamente opositores contra 35 que respondían al oficialismo. Esa dramática paridad es ahora insegura y vacilante. La ausencia en una sesión clave de tres o cuatro senadores inscriptos en una impalpable oposición es suficiente para cambiar los resultados de la votación. Los predecibles vencidos se convierten de pronto en imprevistos vencedores.
El caso del Senado tomó relieve en los últimos días, después de que cuatro importantes legisladores nacionales, todos opositores, denunciaran la cooptación de senadores por parte del kirchnerismo ante una multitud en la Exposición Rural. Sin embargo, se trató sólo de la exhibición pública de un conflicto que motivó muchas reuniones previas entre los líderes opositores. ¿Cómo hacer para reconstruir aquella endeble mayoría de diciembre pasado? ¿Cómo, cuando algunos senadores, como Carlos Menem, ya no tienen un destino que cuidar y tampoco les preocupa defender su pasado?
Hace poco, con motivo de la votación de la ley que instituyó el matrimonio entre personas del mismo sexo, la senadora riojana Teresita Quintela confesó públicamente que estaba en contra de la iniciativa, por firmes razones de conciencia, pero que votaría a favor porque debía preservar la solvencia fiscal de su provincia. Ni los senadores oficialistas ni los funcionarios nacionales se escandalizaron por esa revelación pública que mostró los métodos del Gobierno con más claridad que las recientes denuncias de Felipe Solá o de Gerardo Morales. Mucho antes, y por otros motivos, el senador neuquino Horacio Lores también había vinculado en público el sentido de sus votos y la capacidad fiscal de su provincia. Nadie del kirchnerismo lo desmintió nunca.
Menem es otro caso perdido. Ya sin el manejo de los copiosos recursos a los que estaba acostumbrado y perseguido por más jueces que partidarios, su horizonte se acortó sólo a seguir siendo senador. Ni siquiera parece aspirar a ser un ex presidente como Dios manda. Los fueros son ahora más importantes que el futuro y la historia. El gobernador riojano, Beder Herrera, podría ser el arquitecto del kirchnermismo para asegurarle a Menem la imprescindible banca; el actual mandato de Menem vencerá el año próximo. Menem no disimula sus favores a los Kirchner. Que los apoyos no pasen inadvertidos.
Textos a los que hace referencia el obispo Rodríguez.
Rechazan el matrimonio gay en el Senado. Por Gustavo Ybarra
Periodismo de Verdad: 7 de julio de 2010
El kirchnerismo no logró imponer en la comisión un dictamen de mayoría para el proyecto; impulsan la consagración de la unión civil
Pese a las fuertes presiones ejercidas por la Casa Rosada, el kirchnerismo fracasó ayer en su intento por imponer dictamen de mayoría al proyecto de ley de matrimonio homosexual. La oposición a la iniciativa reunió nueve firmas en la Comisión de Legislación General, sobre un total de 15 miembros, y obligará así al Senado a votar primero el rechazo del texto aprobado por la Cámara de Diputados cuando el tema se discuta el próximo miércoles en el recinto.
El fracaso no amilanó al oficialismo, que ayer se mostraba confiado en sancionar la ley. “Tranquilos, esto lo damos vuelta en el recinto”, le dijo el jefe de la bancada kirchnerista, Miguel Pichetto (Río Negro) a los dirigentes de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
Para lograr ese objetivo, Pichetto y el Poder Ejecutivo tendrán que redoblar su presión sobre los legisladores oficialistas que rechazan el matrimonio homosexual, que son varios. La tarea no es sencilla, ya que tendrán que obligar a varios senadores a cambiar el sentido de su voto o ausentarse en la sesión prevista para el miércoles próximo.
Las sospechosas deserciones en el Senado
Joaquín Morales Solá
Hay senadores que viajan con demasiada frecuencia. Otros se enferman también con insistencia. Casi todos pertenecen a la frágil, casi inexistente, mayoría opositora en la cámara que se ha convertido de hecho en la última línea de defensa parlamentaria del Gobierno. En diciembre último, eran 37 senadores supuestamente opositores contra 35 que respondían al oficialismo. Esa dramática paridad es ahora insegura y vacilante. La ausencia en una sesión clave de tres o cuatro senadores inscriptos en una impalpable oposición es suficiente para cambiar los resultados de la votación. Los predecibles vencidos se convierten de pronto en imprevistos vencedores.
El caso del Senado tomó relieve en los últimos días, después de que cuatro importantes legisladores nacionales, todos opositores, denunciaran la cooptación de senadores por parte del kirchnerismo ante una multitud en la Exposición Rural. Sin embargo, se trató sólo de la exhibición pública de un conflicto que motivó muchas reuniones previas entre los líderes opositores. ¿Cómo hacer para reconstruir aquella endeble mayoría de diciembre pasado? ¿Cómo, cuando algunos senadores, como Carlos Menem, ya no tienen un destino que cuidar y tampoco les preocupa defender su pasado?
Hace poco, con motivo de la votación de la ley que instituyó el matrimonio entre personas del mismo sexo, la senadora riojana Teresita Quintela confesó públicamente que estaba en contra de la iniciativa, por firmes razones de conciencia, pero que votaría a favor porque debía preservar la solvencia fiscal de su provincia. Ni los senadores oficialistas ni los funcionarios nacionales se escandalizaron por esa revelación pública que mostró los métodos del Gobierno con más claridad que las recientes denuncias de Felipe Solá o de Gerardo Morales. Mucho antes, y por otros motivos, el senador neuquino Horacio Lores también había vinculado en público el sentido de sus votos y la capacidad fiscal de su provincia. Nadie del kirchnerismo lo desmintió nunca.
Menem es otro caso perdido. Ya sin el manejo de los copiosos recursos a los que estaba acostumbrado y perseguido por más jueces que partidarios, su horizonte se acortó sólo a seguir siendo senador. Ni siquiera parece aspirar a ser un ex presidente como Dios manda. Los fueros son ahora más importantes que el futuro y la historia. El gobernador riojano, Beder Herrera, podría ser el arquitecto del kirchnermismo para asegurarle a Menem la imprescindible banca; el actual mandato de Menem vencerá el año próximo. Menem no disimula sus favores a los Kirchner. Que los apoyos no pasen inadvertidos.

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