viernes, 24 de julio de 2009

EL MINISTRO DE ECONOMIA AMADO BOUDOU PARECE ANTICIPAR QUE NADA CAMBIARA EN EL INDEC.

Lejos de reflejar los cambios que la sociedad, la realidad económica y la oposición política reclaman en el Indec, los anuncios formulados por el flamante ministro de Economía, Amado Boudou, parecen anticipar que nada cambiará en ese instituto cuyas mediciones se han ido tornando inverosímiles hasta perder toda confiabilidad. Además de reflejar que ha asumido la titularidad de la cartera con una grave pérdida de poder, es lamentable que el debut público del ministro haya consistido en el anuncio de cambios que ni siquiera pueden ser considerados como cosméticos. En esencia, al frente del instituto quedará Norberto Itzcovich, un hombre del riñón de Guillermo Moreno, el secretario de Comercio que ha destrozado el instituto. El Indec lleva ya más de dos años y medio de intervención, durante los cuales se lanzó el actual índice de precios al consumidor (IPC) en el que nadie cree. Se basa en una canasta de productos en la que pesan más los precios controlados por Moreno e incluye un sistema de ponderaciones móviles que nunca fue dado a conocer, al igual que los precios que se toman para elaborar el índice. Ha sido la intervención de Moreno la que derrumbó la credibilidad del Indec y ocasionó la renuncia o la marginación de un número importante de sus técnicos. Itzcovich fue ascendido en el organismo el día anterior a la asunción de Boudou, quien a su vez lo ha promovido ahora como director técnico del Indec, y le confió el diseño y la ejecución de sus programas. Es el hombre a quien se atribuye la reciente frase "Hay Moreno para rato" y quien ha defendido las falaces estadísticas del instituto. Boudou también anunció que el Indec dependerá del Ministerio de Economía y no de la Secretaría de Programación Económica, pero es sabido, como dijimos, que quien lo ha manejado ha sido Moreno. También anunció el ministro la creación de dos consejos asesores que evaluarán las cifras y las metodologías del organismo: el Consejo Académico de Evaluación y Seguimiento, integrado por representantes de tres universidades nacionales, y el Consejo de Observación Económico y Social, integrado por empresarios y representantes de los trabajadores, usuarios de las estadísticas del Indec y consumidores. El Consejo Académico deberá evaluar la metodología de cálculo del IPC desde 1999 hasta la fecha. Quien le suministrará la información necesaria será el mismo Itzcovich. El descalabro final del Indec no se remonta a 1999 sino a 2007, y develar sus causas no requiere un equipo de académicos. Nadie ignora que el kirchnerismo decidió falsear los índices para ocultar la inflación y, al hacerlo, ocultar también los reales niveles de pobreza e indigencia. Sin ningún requisito académico, cualquier ama de casa constata diariamente al hacer sus compras que el Indec miente descaradamente. También lo confirman las provincias, cuyos IPC arrojan índices que por lo menos duplican los de Moreno. Al mismo tiempo, un índice de inflación dibujado muy por debajo de la realidad permitió reducir la indexación de los títulos públicos emitidos en pesos ajustables por el costo de vida. Que el ministro no haya efectuado una autocrítica institucional de la burla que constituyen los índices del Indec le resta aún más credibilidad a su declamada política de cambios. Tampoco mencionó que fuera a convertirse en un organismo autárquico o convocar a concursos públicos de méritos y antecedentes para recomponer el staff técnico. Por eso no extraña que los bancos de inversión y los economistas locales recibieran con una alta dosis de escepticismo unos anuncios que no se compadecen con la frase de Cristina Kirchner "Me siento una presidenta de cuentas claras". Podrá sentirse así, pero el Indec es otra prueba irrefutable de que no lo es. Las cuentas distan de estar claras y su perjuicio no sólo se extiende a la vida cotidiana y a la toma de decisiones, sino también a un futuro en el que los estudiosos e historiadores se encontrarán con una larga noche en materia de datos confiables. Por desgracia, las palabras del ministro parecen indicar que aún falta mucho para que esa noche llegue a su fin.

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