Después de la primera tanda de proyectos ligados al régimen de diferimientos impositivos, el negocio del aceite de oliva vive una nueva ola de inversiones. Si bien todavía se trata de una industria relativamente pequeña -con una facturación cercana a los US$ 150 millones y un consumo per cápita de apenas 100 ml anuales por habitante-, el mercado crece de la mano de las nuevas plantaciones en San Juan, Catamarca, La Rioja, Mendoza y hasta la provincia de Buenos Aires. En todos los casos, los nuevos proyectos son impulsados al margen de los diferimientos impositivos que impulsaron el crecimiento de la industria en la década del 80 y apuntan mayoritariamente a satisfacer la demanda internacional, aprovechando que el aceite de oliva argentino puede competir en contra estación contra los grandes productores europeos. Los mayores productores olivícolas del mundo se encuentran en el Mediterráneo y en la actualidad el mercado es liderado por España, que en su última campaña superó el millón de toneladas. Un escalón más abajo se ubican Italia, Grecia y Portugal, que también lideran el consumo de este tipo de productos. La Argentina es el productor más importante de América y ocupa el puesto número 11° en el ranking global, con una producción de 30.000 toneladas. "Hoy Brasil está consumiendo las mismas 30.000 toneladas de aceite de oliva que la Argentina y tenemos la ventaja arancelaria frente al producto que ingresa de España o Portugal. Así como sucedió con el mercado del vino, donde las marcas argentinas desplazaron a las chilenas, creemos que tenemos una oportunidad para crecer muy grande, especialmente en San Pablo, donde existe una cultura gourmet muy desarrollada", señaló José Chediack, presidente del grupo Phrónesis, un holding que reúne entre otras empresas a Solfrut, una de las mayores productoras de olivos y vides de San Juan, y a la marca de aceite de oliva Oliovita, que se comercializa no sólo en la Argentina, sino también en Estados Unidos, Brasil, Chile, Uruguay, Venezuela y Singapur. Solfrut cuenta con más de 1000 hectáreas de producción y acaba de hacer una inversión de US$ 15 millones para el desarrollo de nuevas plantaciones en San Juan y La Rioja. En el mercado interno, el liderazgo del negocio está en manos de Molinos Río de la Plata, la alimentaria del grupo Perez Companc, que con sus marcas Lira y Cocinero controla un poco menos de la mitad del negocio. Oliviota se ubica tercera en ventas y compite contra la mendocina Yancanelo, la bodega Zuccardi -que sumó una línea de aceites a sus tradicionales marcas de vino- y nuevos jugadores como el empresario del negocio del juego, Cristóbal López, que incursiona con su marca Indalo. El potencial del negocio del aceite de oliva además sedujo a grandes productores europeos, principalmente a los provenientes de España, que buscan diversificar sus inversiones, como en los casos de los grupos Borges (la número uno de su país), Fragata, AgroSevilla y Guadalquivir. En el mercado además surgieron propuestas más innovadoras, como Cuna de Olivares, la primera empresa en desarrollar fideicomisos olivícolas en la Argentina. En la actualidad cuenta con 750 hectáreas propias en San Juan y Mendoza, en las que cultiva olivos para la producción de aceite de oliva extra virgen fraccionado para exportación. Con este objetivo, hace un par de meses concretó la primera venta de su producción de aceite de oliva extra virgen -fraccionado y con su marca Vero Andino- a la República Popular de China.
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