Con sus cuentas en rojo, la empresa corre peligro de terminar siendo una suerte de taxi aéreo para los funcionarios. A la luz de nuevos datos y hechos, algunos escandalosos, al confuso e incierto presente de Aerolíneas Argentinas (AA) como empresa manejada por el Estado lo aguarda un futuro por lo menos tormentoso. Un vuelo que la compañía agregó el día del partido del seleccionado nacional de fútbol frente al de Uruguay provocó, debido a que habría sido a pura pérdida, sendos pedidos de informes por parte de los distintos legisladores de la oposición. Además, el abogado Ricardo Monner Sans, presidente de la Asociación Civil Anticorrupción, presentó un pedido de investigación ante la Justicia por presunta violación de los deberes de funcionario público y fraude a la administración. El vuelo AR 1204, operado con un Boeing 737-700, despegó del aeroparque porteño el miércoles 14 del corriente mes después del mediodía y regresó el día siguiente a la 1.45, tras 10 horas de espera en el aeropuerto de Carrasco, Uruguay. Lo sorprendente de la noticia es que el pasaje estaba conformado por directivos de la compañía y dirigentes políticos y sindicales que abordaron el avión para ver el partido de fútbol. Pero eso no fue todo. Se utilizó una aeronave que por su dimensión y autonomía de vuelo es empleada para vuelos regionales -Caracas, San Pablo, Bogotá o Lima- y se la subocupó, ya que la cantidad de pasajeros transportados, algo menos de 50 en el viaje de ida y unos pocos más en el de regreso, resultó ser muy inferior a la capacidad de 144 que tiene el avión. Desde la compañía aérea se ensayaron todo tipo de explicaciones y hasta se llegó a afirmar que el vuelo había producido un beneficio de diez mil pesos. Incluso, el gerente general de Aerolíneas, Mariano Recalde, agregó que "en ese vuelo y en los anteriores viajaron pasajeros que pagaron su boleto como cualquier hijo de vecino". Sin embargo, quedan muchos interrogantes por resolver. Por ejemplo, determinar quién dispuso realizar un vuelo fuera de programación y dio la orden de esperar a los pasajeros hasta traerlos de regreso, cuánto pagó cada uno y de qué manera lo hizo. No menos importante será conocer qué costo tuvo el desplazamiento y qué rentabilidad debió dar cada plaza ocupada. Los problemas de AA vinculados con el seleccionado no son nuevos. Al respecto, cabe recordar que cuando el 10 de junio pasado un Airbus 340 transportó al equipo nacional a Quito, a jugar contra Ecuador, dejó en tierra a 90 personas que tenían previsto volar a Miami, la ruta que habitualmente utiliza esa aeronave. Simultáneamente con el controvertido vuelo al Uruguay, Mariano Recalde y el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, presentaron el plan de negocios de AA ante la Comisión Bicameral de Reforma del Estado y Seguimiento de las Privatizaciones. Los funcionarios admitieron que el déficit operativo de AA y Austral llega a 500 millones de dólares anuales y que las pérdidas se mantendrán hasta 2012 o 2013, cuando se alcance "un punto de equilibrio". Sobre la flota de aviones, el plan presentado prevé la incorporación de 20 aviones Embraer para los vuelos de cabotaje y regionales; 12 Boeing 737, de los que ya se incorporaron 7, y 13 Airbus A-330 y A-340 para vuelos internacionales. Sobre el particular, Schiavi agregó: "Hoy tenemos una flota vieja, vetusta, que por ese motivo genera mayores costos. Apuntamos a ir cambiando los aviones paulatinamente para llegar a tener una flota nueva en 2012". Según precisó el funcionario, el plan de negocios prevé para 2011 "un déficit tolerable, de 10 millones de dólares por mes. Y esto se justifica por los destinos a los que volamos y que no son rentables". En la misma línea de argumentos, el gerente comercial de la compañía, Juan Pablo Lafosse, declaró hace pocos días en el foro ALTA, el encuentro más importante de la industria de la aviación comercial en América latina y el Caribe, que "el objetivo primario de AA no es la rentabilidad, sino la conectividad y, en el mediano y largo plazo, llegar a una rentabilidad operativa". Sobre el futuro de la empresa, resta aún despejar muchas incógnitas. Mientras tanto, es de desear que AA y sus máximas autoridades expliquen y aclaren, además de las dudas surgidas a raíz del controvertido vuelo a Montevideo, cómo se afrontarán los gastos para el reequipamiento de la compañía previsto en el plan de negocios, cuál es verdaderamente el déficit operativo de la empresa y a cuánto asciende el aporte mensual del Tesoro nacional para mantenerla operando. Los responsables de conducir la empresa no pueden ni deben olvidar que los fondos que administran no son propios, sino que provienen de los contribuyentes, a quienes se les debe una prolija y detallada rendición de cuentas. El mal manejo de la empresa, sumado a su déficit y a que los funcionarios kirchneristas tienden a usarla cada vez más como si se tratara de una empresa de taxis aéreos gratis o barata, augura a AA un futuro más que tormentoso.
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