Una pequeña región cercana a Sanagasta, localidad ubicada en el centro de La Rioja y a 1200 metros sobre el nivel del mar, arroja nueva luz sobre detalles hasta ahora desconocidos acerca de la biología de los dinosaurios y plantea al mismo tiempo nuevos misterios: según una investigación que este miércoles se publica en Nature Communications, los saurópodos que habitaban en lo que hoy es el norte de la Argentina buscaban zonas hidrotermales para incubar sus huevos. El trabajo, firmado por el joven biólogo egresado de la Universidad de Córdoba y becario del Conicet en el Centro de Investigaciones Científicas y Transferencia de Tecnología de Anillaco (Crilar), Lucas Fiorelli, y por Gerald Grellet-Tinner, del Museo Field, de Chicago, analizó muestras tomadas de 80 nidos hallados a lo largo de años de investigaciones en un área de unos 300.000 m2. Por medio de estudios paleontológicos y sedimentarios, de análisis geoquímicos y observaciones de campo, los científicos verificaron que en el Cretácico (hace entre 130 y 110 millones de años) ese lugar registró un proceso hidrotermal y que fue contemporáneo con las actividades de nidificación. "Empezamos a estudiar el sitio con un objetivo paleontológico ?cuenta Fiorelli, de 33 años? y eso nos hizo preguntarnos ¿pero por qué venían a poner los huevos acá? Para encontrar la respuesta fue necesario analizar no sólo los fósiles, sino también toda la geología del lugar." Los saurópodos (como el Argentinosaurus) eran dinosaurios de enormes proporciones caracterizados por su cuello largo, cabeza pequeña, patas gruesas y cola robusta, que habitaron en todos los continentes, salvo en la Antártida. Se cree que eran animales de hábitos gregarios. Aunque ya se habían encontrado numerosos sitios de nidificación, hasta ahora no se había podido dilucidar qué factores determinaban su elección. Esta vez, los científicos no sólo pudieron proponer un "disparador ecológico", sino también encontrar evidencias de fidelidad al sitio durante un largo tiempo. "Si se tiene en cuenta que, estadísticamente, se calcula que el registro fósil preserva uno de cada millón de individuos ?explica Fiorelli?, estos 80 nidos representan un período bastante largo, de alrededor de un par de millones de años en que los saurópodos venían a esta zona a poner sus huevos perfectamente esféricos y de unos 22 cm de diámetro." Es más: todo indica que esos gigantes de alrededor de 25 metros de largo no vivían en la región, sino que se desplazaban hasta allí en busca de la humedad y de la termorradiación del suelo, del mismo modo en que actualmente lo hacen algunas especies de aves (como un tipo de gallina oriunda de una isla de Polinesia) conocidas por colocar sus huevos en huecos calentados por la actividad volcánica. En las áreas hidrotermales surge agua caliente de la tierra, y se forman piletas y ríos. "Estamos analizando el proceso hidrotermal para saber desde cuándo hasta cuándo duró ?cuenta Fiorelli?. Nosotros creemos que los dinosaurios no vivían en [lo que es hoy] Sanagasta, sino que se desplazaban hasta allí, tal vez cientos de kilómetros, para nidificar, porque en el lugar donde descubrimos los huevos no encontramos ni un huesito. Para los científicos, el análisis de la microestructura de la cáscara de los huevos fósiles y de los sedimentos muestra que la humedad y el calor del suelo deben de haber favorecido la incubación. Y que a su vez estos factores pueden haber jugado un papel clave tanto en su diversificación como en su posterior extinción por los rápidos cambios ambientales de fines del Cretácico. ¿Cómo sabían los dinosaurios dónde estaba el ambiente favorable para poner los huevos? "Esa es la pregunta del millón ?confiesa Fiorelli, fanático de los dinosaurios desde chico? . Pero todavía no podemos contestarla..."
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