Agustín Rossi dijo con todas las letras que la presidencia de las cámaras le corresponde al oficialismo porque así lo marca “más de un siglo de tradición parlamentaria”. El peronismo disidente, en cambio, entiende que las autoridades deben reflejar el resultado de las últimas elecciones. Quienes desde la UCR coinciden con Rossi se apoyan, como él, en los usos y costumbres. Sin embargo, la vida y la historia se empeñan en desmentir brutalmente al jefe del bloque kirchnerista en Diputados y su teoría de los “cien años”. En noviembre de 2001, con el voto de los flamantes senadores Cristina Fernández y Miguel Ángel Pichetto en favor del misionero Ramón Puerta, se desplazó al radical Mario Losada de la jefatura provisional del Senado y, por lo tanto, de la línea sucesoria. Cuadros experimentados del radicalismo y del peronismo van más allá. Aseguran que tal tradición no existe o que, en el mejor de los casos, se trata de una tradición “relativa”. El ex senador y ex diputado radical Antonio Berhongaray recuerda que “en estos 25 años de democracia nunca la UCR tuvo mayoría en el Senado. El peronismo siempre cogobernó con nosotros. Es más, desde 1916 a 1930 la mayoría del Senado fue de los conservadores, incluso durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear. El radicalismo nunca gobernó en mayoría. Lo hizo con los conservadores primero y con los peronistas después. En 2001 el peronismo volvió a demostrar que esa costumbre no existía cuando bajó a Losada de la presidencia provisional”. “Pacheco”, como llaman a Berhongaray, no anda con medias tintas. “La única tradición es que el peronismo va por todo”, reflexiona. Y agrega: “La tradición es una de las últimas fuentes del derecho. Primero está la Constitución, después la ley, los reglamentos y al final las tradiciones y las costumbres, el derecho consuetudinario. Pero las tradiciones para serlo deben cumplirse siempre, no a veces”. El mendocino Raúl Baglini no es tan tajante. Admite que no se trata de una tradición de hierro porque “están los antecedentes de Hipólito Yrigoyen, Alvear y, además, el de 2001. Cuando uno tiene un Ejecutivo débil no atenerse a ese criterio puede suponer un riesgo para la gobernabilidad. Pero esta situación es atípica en lo institucional. Es un dilema novedoso porque el kirchnerismo no ha cuidado ni una sola institución y la gente espera que el 10 de diciembre haya un límite”. El autor del teorema que plantea que la radicalidad de las opiniones es inversamente proporcional a la distancia que quien las formula se encuentra del poder, piensa que “las tradiciones parlamentarias están sacudidas. Mi primera intención sería avalar el criterio de que la presidencia provisional le debería corresponder al partido de gobierno. Pero a la vista de lo que pasa no estoy muy seguro de que ésa sea una buena salida”. Un reconocido delarruista que prefirió el anonimato señaló a este diario que “en efecto Yrigoyen tuvo un presidente provisional conservador, Pelagio Luna. Y no fue el único caso. Después del 2001 la oposición está habilitada para poner al presidente del cuerpo”. El riojano Eduardo Menem, ducho en cuestiones parlamentarias, sostuvo ante Crítica de la Argentina que “en 1983 nosotros teníamos mayoría y quisimos hacerla valer. Los provinciales nos convencieron de que dejáramos la presidencia provisional al radical Edison Otero. En 1987 el PJ quiso recuperarla, estábamos empatados y desempató Víctor Martínez. En 1999 renuncié para dejar la presidencia provisional a Mario Losada. Hay una contradicción cuando la mayoría del Senado no coincide con la mayoría gobernante. Pero no hay una postura inequívoca al respecto. Cualquiera sea ella, será materia opinable”. Las “mores maiorum” que Rossi reivindica en vísperas de la próxima renovación de autoridades recibirían un duro golpe si se las contrastara con la versión taquigráfica del debate del 2001. En aquella ocasión, el hoy kirchnerista gobernador de San Juan, José Luis Gioja, fundamentó la postulación de Ramón Puerta en que de esta manera se “interpretaba cabalmente el pronunciamiento democrático expresado en las urnas el 14 de octubre. (...) El pueblo se expresa en elecciones plurales libres y periódicas. (...) El principio de la división de poderes consagra que cada uno goza de una autonomía suficiente que impide relativizar el funcionamiento de uno a las determinaciones del otro”. El propio Puerta señaló que “en cualquier democracia del mundo a los cuerpos colegiados los conducen las mayorías” y Vilma Ibarra anunció que “así como no voy a apoyar ni acompañar la postulación del senador electo Ramón Puerta para la presidencia provisional, en modo alguno creo que con su designación en el cargo se esté haciendo una suerte de golpe institucional o un ataque a las instituciones democráticas. (...) Hay que desdramatizar este debate”. Los radicales habían abandonado el recinto, el correntino Lázaro Chiappe se abstuvo, Ibarra votó en contra, y el peronismo, por aclamación, aprobó el recambio. Entre aquellos que levantaron su mano para imponer la mayoría se encontraban la presidenta Cristina Fernández y el jefe de la bancada K en la Cámara alta, Miguel Pichetto.
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