lunes, 23 de noviembre de 2009

LOS PROYECTOS MINEROS DESPIERTAN RECELO EN LA SOCIEDAD.

En un recorrido por uno de los emprendimientos mineros a cielo abierto más importantes del país, la realidad de un pueblo y su desarrollo, opacan el discurso de lo que llaman progreso. Con inversiones millonarias, la industria se perfila como el modelo tentador para La Rioja. Entre inversiones que superan los 4.920 millones de dólares sólo en gastos por utilitarios, insumos, impuestos a las ganancias y salarios, “la operación minera” -como la denominan sus miembros- deja brechas interminables entre lo que produce y exporta hacia el extranjero y la realidad de los pueblos de la vecina provincia. Mina La Alumbrera, que se encuentra al noroeste de la provincia de Catamarca, al este de la cordillera de los Andes y a una altura de 2.600 metros sobre el nivel del mar, tiene como paso inevitable el pueblo de Hualfín, ubicado sobre una ladera de la Ruta Nacional 40 que, sin querer, representa la antítesis a la premisa de desarrollo de los inversores mineros. Con graves problemas de accesibilidad y abastecimiento de agua, el poblado parece mecerse en manos de la inconsistencia temporal, al quedar aislado de los promocionados 12 años de exitosa productividad del emprendimiento. Según comenta Humberto Aballay, quien diariamente recorre el poblado a bordo de su colectivo brindando el servicio de transporte, con la llegada de mina La Alumbrera “no hubo muchos cambios”. Al ser consultado sobre los beneficios de la industria, sostiene que “el desarrollo se dio en algunas partes”. Con respecto al abastecimiento hídrico, explica que se trata de un problema que “todavía no se soluciona”. Los pobladores del lugar y el departamento de Belén sufren el recorte del servicio a las noches durante todo el año, lo que transforma el agua en una necesidad todavía sin remediar. Otro de los inconvenientes para Hualfín es el ingreso por vía terrestre, situación que se percibe en la falta de asfaltado de la Ruta 40. Sin embargo, viajar a mina La Alumbrera no deja de ser una fuente de extraordinarias sorpresas en inversión tecnológica, pero lamentablemente el contraste del pueblo que la antecede entrega el reflejo negativo de un proyecto que todos los años exporta millones de dólares a inversores extranjeros. El flujo de ingresos totales anuales a la economía argentina por esta actividad, representan 30 millones de dólares, solo el 3 por ciento de regalías que establece el Código Minero Nacional y se reparten entre la sociedad conformada por Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD), integrada por representantes del Gobierno de Catamarca, la Universidad Nacional de Tucumán y el Gobierno Nacional. Las ganancias se distribuyen entre las empresas extranjeras Gold Corp que maneja el 37,5 % de las acciones, Yamana Gold el 12,5 %, y la minera Xstrata de capitales suizos el 50 por ciento final. El proyecto colosal que el Gobierno de La Rioja presenta como la oportunidad histórica para dejar atrás la pobreza, y varios desafíos que se resumen en el temor a la contaminación, ó el problema histórico de la falta de agua, ó la distribución del 3 por ciento de las regalías y, por último, la desconfianza de la sociedad riojana en la redistribución de esos capitales, que a pesar de ser mínimos en comparación con la que se llevan las multinacionales, pueden representan el premio consuelo en relación a las crudo de las ganancias internacionales que de alguna manera el estado nacional apela para generar una imagen de crecimiento y en especial prosperidad en los lugares donde se desarrollan estas explotaciones. Sin embargo, desde la Secretaria de Minería de la Provincia, su titular Oscar Lhez expresó que las actividades van a continuar con “viajes al emprendimiento Veladero y a la provincia de Jujuy para conocer la extracción subterranea que lleva a cabo minera Aguilar”. En cuanto al emprendimiento que el gobierno de Luis Beder Herrera busca reinstalar en Famatina – Chilecito, el secretario informó que “tomaron como Estado nuevamente la propiedad Mina del Oro y estamos negociando con algunas empresas para que vengan a invertir en prospección y exploración en el sector”. Lo que nunca dejo en claro fué la alta resistencia social que esto conlleva.

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