lunes, 13 de diciembre de 2010

ARIEL PUY SORIA, EL ARMADOR POLITICO DE BEDER HERRERA.

Habla con Ricardo Quintela. Habla con Néstor Bosetti. Habla con Guillermo Galván. Habla con todos, con la aprobación previa de Luis Beder Herrera. Cada 15 días está en la finca de Anguinán. Se trata de Ariel Puy Soria, chileciteño y actual titular de Tierras. Fue el organizador de un almuerzo que posibilitó aglutinar al bederismo, para luego organizar el acto por el Día de la Militancia, el pasado 17 de noviembre. No le gusta aparecer como operador político ante la prensa, aunque almuerza con Sergio Casas y Juan Luna Corzo. Y es uno de los pocos que sabe escuchar al gobernador y posteriormente poner en práctica el pensamiento oficial. Caminó el campo de Quintela y más tarde, sentó al intendente en una cena con Beder Herrera, donde estaban además Casas y Mario Guzmán Soria. Tranquilizó a Bosetti, quien es la única sombra que tiene el intendente en la Capital, está lejos pero crece de dos a tres puntos cada mes. Hasta tomó un café con Galván y horas después, el radical lanzaba el espacio Encuentro Cívico. Por eso, dicen que el acto fue solventado por el oficialismo. Un día le preguntaron qué le gustaría ser durante un almuerzo en Anguinán y respondió: “Sobrino”. Hubo un largo silencio ante la mirada de Gastón Millicay y Raúl Moreno, y al minuto llegó la risa del “Tío”. Ya fue diputado provincial por Chilecito y es amigo de Fernando Rejal, quien en las últimas encuestas es quien le puede discutir el poder departamental a Lázaro Fonzalida. Pero Rejal no le disgusta acompañar a Beder Herrera en su proyecto reeleccionista. O sea ser candidato a vicegobernador, pero el bederismo puro lo rechaza.Puy Soria es un apasionado de la tecnología, quiere saber todo y al minuto. Está en plena audiencia y no deja de leer los sitios digitales. Y además es muy familiero, pese que la política aleja de la familia. “Hoy me quedo porque voy al acto de mi hijo”, le dijo a un importante dirigente cuando lo invitó a un acto en el interior. Su tierra es San Miguel y es muy criticado por propios y extraños, especialmente por el manejo de su área. “Yo solo cumplo órdenes”, se encarga de manifestar. Así el chileciteño escucha y pone en práctica, y es uno de los pocos que a las 13 del sábado cuando se cierra el portón de madera de la finca de LBH en Anguinán, se queda en la mesa larga entre viñas y los pájaros para hablar de política con su “jefe”.

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