martes, 2 de marzo de 2010

LA ARGENTINA REAL DE CRISTINA Y EL DNU DE US$ 6.500 MILLONES.

Para ponerlo en los términos de la Presidenta: la Argentina real, que según su mensaje ante el Congreso integran ella, su esposo y quienes los votaron, agravó ayer la crisis institucional abierta en torno del uso de las reservas del Banco Central. Mientras Cristina Kirchner entretenía a los legisladores justificando el uso de esos recursos, una mayoría del directorio del Banco Central dispuso la transferencia de US$ 6500 millones al Ministerio de Economía, por el DNU publicado en un suplemento especial del Boletín Oficial. A los diputados y senadores se les había adelantado en el mensaje: "Las reservas no están para que se las mire detrás de un vidrio". Pero nadie creyó que el blindex se estaba quebrando en ese momento. El procedimiento que se siguió trae a la memoria, irrefrenables, a los saqueadores de Santiago o a los boqueteros de Acassuso. El conflicto que agita a la vida pública argentina se volverá más intenso. El DNU en el que se basaron los directores del Central para girar los fondos será impugnado en la Justicia, acaso con más severidad que el que fue derogado ayer por el Gobierno. Los considerandos de esa norma ingresarán en la historia negra del derecho nacional. Allí la Presidenta descalificó a las "diversas minorías parlamentarias" desconociéndoles legitimación para presentarse en tribunales. También reprochó a los magistrados haberse entrometido en la política fallando sobre las medidas del Ejecutivo. En definitiva, una consagración de la suma del poder público que hace juego con un gobierno cuyos ministros instruyen a la policía para que desobedezca los mandatos de los jueces. Algunos funcionarios excusaban ayer la transferencia del Central en el artículo 33 de la carta orgánica, que autoriza al banco a invertir en títulos solventes. Una letra del Tesoro, por ejemplo. Pero esa cláusula habla de títulos "de reconocida liquidez" y el papel que entregó Economía es intransferible. Además, si esa teoría fuera válida, ¿para qué un DNU? Son pocos los que apuestan a que Mercedes Marcó del Pont conseguirá que el Senado apruebe su pliego de titular del Banco Central. Es más probable que la oposición recomiende su destitución y la de los directores que la acompañaron, constituyendo de nuevo la comisión ad hoc que actuó en el caso de Martín Redrado. En la votación de ayer, sólo el director Zenón Biagosh se abstuvo frente a los dos decretos emitidos por el Gobierno. Carlos Pérez, álter ego de Redrado, votó a favor el decreto simple -destinado a pagar a organismos multilaterales-, pero no se definió, hasta última hora, sobre el DNU. Las disidencias que provocó en los bloques del oficialismo la tormenta desatada en diciembre se multiplicarán. Sobre todo en el Senado. En la oposición, Elisa Carrió reclamará que reconozcan su olfato por negarse a asistir a la sesión inaugural. Cristina Kirchner -que el viernes estaba muy inquieta con la impugnación de Carrió- podrá insistir en su costumbre de atribuirse récords. Ayer fue la primera Presidenta que inauguró las actividades del Congreso anunciando un DNU. ¿Cómo justificar la necesidad y la urgencia en ese contexto? "Tenemos que acordar con los holdouts antes de que nos afecte la crisis de Grecia", explicó un ministro, para salir del paso. La Presidenta expuso ayer la concepción en la que se incuban estas crisis: ella, su esposo, tal vez también algunos miembros del gabinete, integran la única Argentina existente. La idea de que hay un país virtual y mediático y otro real fue el eje principal del mensaje al Poder Legislativo. Si se sigue esa línea argumental, se puede reconstruir la anatomía de un discurso autoritario. Su clave es negarle entidad a quien piensa distinto. Suprimir al otro. Y sin otro, ya se sabe, no hacen falta ley, Congreso ni Justicia. El principal reproche del país real al virtual fue, ayer, la mezquindad. El real trabaja, decide, gestiona. El otro se opone, obstruye y daña. Por eso, pidió a la oposición que se desprenda de sus ambiciones personales para pensar en la Argentina. En cambio, en uno de los aplausos, pidió: "No aplaudan. La patria no necesita aplausos". Ella es la patria. ¿Quién puede impedirle el uso de las reservas? Con esta última maniobra en el Central -es muy curioso- también los seguidores y aliados fueron ubicados en el país virtual. En los hechos, no en las palabras. Los Kirchner se apropiaron de esos fondos sin siquiera explicar la medida a los gobernadores y legisladores que podrían apoyar la medida. Acaso quienes más derecho tengan a sentirse estafados sean los diputados de los bloques oficialistas, que ayer, durante la asamblea, se intercambiaban mensajes de texto adivinando si les enviarían una ley o un DNU para regular una medida que ya se estaba ejecutando. La expectativa de la Presidenta es que no haya quejas. Porque otra característica irritante del país virtual y mediático es que se expresa. "A veces pienso que el problema es que hablan porque el aire es gratis. Si hubiera que pagar, se dirían menos tonterías", dijo ayer la autora de la ley de servicios de comunicación audiovisual. Es curioso que esta frase haya salido de la boca de alguien que no pasará a la historia por su laconismo. También la dictadura militar promovió el eslogan "el silencio es salud", que exhibía una pretensión tenebrosa detrás del inocente cuidado del medio ambiente. A medida que se le multiplican las dificultades, la señora de Kirchner tiende a caer más a menudo en estas inconveniencias retóricas. ¿O hace poco tiempo no dijo que "si fuera genia haría desaparecer a varios, como hacen los genios"? No habría que escandalizarse porque la Argentina esté presidida por esta forma de pensar que tiene precursores muy antiguos en el país. Para Hipólito Yrigoyen, por ejemplo, "la UCR no es un partido, sino un apostolado que simboliza la grandeza de la Nación". Esa confusión de la parte con el todo fue todavía más pronunciada en Juan Domingo Perón. La Presidenta exhumó ayer uno de los rasgos centrales que la historiografía profesional le asigna al peronismo de los años 50: su enorme dificultad para reconocer la presencia legítima de quienes se le oponían. Ayer, Cristina Kirchner formuló una adhesión inesperada a esa tradición cuando, para elogiar a las Fuerzas Armadas, dijo: "Somos el único partido creado por un general. Nuestro ADN se formó ahí, en las Fuerzas Armadas que terminaron con el fraude de la década infame para llevar a Perón a la presidencia". Tal vez si, en vez de dejarse llevar por la asociación libre de ideas, la Presidenta leyera este tipo de mensaje, se hubiera ahorrado el elogio al golpe filo-fascista del 4 de junio de 1943 y les hubiera dado más relevancia a las elecciones del 24 de febrero de 1946, que pusieron a Perón en el poder y que su esposo acaba de conmemorar en La Plata.
Carlos Pagni. LA NACION.

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