viernes, 18 de abril de 2008

LOS AMBIENTALISTAS, LA SOCIEDAD, ¿Y EL DERECHO DE DISENTIR?

Beder Herrera controla el Poder Judicial, la cámara de Diputados, la policía, la prensa, y el gasto en los municipios. La única avenida que quedó libre para expresar disconformidad, es la protesta civil, y ese camino también se estaría cerrando. Por supuesto, estas acciones y muchas más pueden ser tipificadas de acciones de "enemigos del pueblo", especialmente por aquellos que creen que el pueblo es de su posesión. Pero lo cierto es que el ruido de los ambientalistas de Famatina ha traspasado fronteras, ha ocupado reflexiones y ha preocupado conciencias. Marcos Aguinis, seguramente hablara del mito de Casandra, que gritaba sus verdades y la tomaban por loca, lo cierto es que puede estar tranquilo. O aún más intranquilo: no sólo Casandra grita que la Rioja y la Argentina no va bien. Acepto, pues, la invitación de mis amigos y aporto mi mirada particular, quizás con la intención de patear aún más el tablero de las ideas. Por supuesto, no analizaré lo concreto, diseccionado estos días por ¿notables?, periodistas Chileciteños. A ustedes corresponde la lupa cercana. Pero con la lupa lejana, la realidad minera de la rioja adolece de algunos males, cuya derivación parece una carrera enloquecida, cuesta abajo. Más allá de las contingencias de los reclamos de los pobladores de Famatina, e incluso más allá de la torpe actuación de la dirigencia de la Casa de las Tejas, que no demostró vocación de bombera, sino de pirómana, los síntomas de la Rioja actual suman un conjunto de indicadores altamente tóxicos para la salud democrática de una provincia. Por supuesto, no pongo en cuestión la democracia riojana, pero me atrevo a decir que no goza de buena salud. Hace algunos meses en un congreso sobre el medio ambiente en Córdoba, utilicé el concepto de "democracia herida", justamente para reflexionar sobre los retos que la libertad afronta ante las tentaciones autoritarias. Dichas tentaciones no derivan de líderes dictatoriales, sino a menudo, de caudillos, que se tildan de democráticos, que sin embargo, recortan sensiblemente las exigencias que la libertad impone al poder público. Y de ese recorte se alimenta el huevo de la serpiente, en su letargo en democracia. De la tentación de convertir al periodismo que habla y escribe de estos temas, en un ejercicio sospechoso cuelga la segunda tentación, la de la confusión entre la provincia, la institución y la persona, en una derivada mesiánica propia de los salvadores de patrias. Quiero pensar que el gobernador de la provincia no tiene esa vocación, pero algunas de sus alocuciones públicas, bien pertrechada por coros de aduladores que se sitúan estratégicamente en los mítines, contienen mensajes claramente mesiánicos. Desde el clásico "yo soy el pueblo" hasta la denuncia de una especie de complot universal contra la provincia cada vez que un grupo de ambientalistas hace lo que tiene que hacer en democracia: oponerse libremente. El mecanismo es tan simple como eficaz y letal: el Gobierno propone medidas que lesionan a un sector social, el sector social protesta, el Gobierno se transmuta en la esencia de la Nación; ergo, el sector social se transforma en enemigo de la Nación, y así lo que era una protesta ciudadana acaba siendo una traición al país. No respetar las dinámicas ciudadanas de protesta, el activismo de la sociedad civil es por cierto que la Rioja vive, hoy por hoy, en una dualidad demoníaca. Está en el mejor de los momentos, la preside un hombre fuerte y decidido a pesar de que su sociedad no vuelve a tener el dinamismo de las mejores épocas. Pero a la vez, la contamina con las prácticas autoritarias del poder y la violentación de la libre expresión. En esa situación, que no se equivoque nuestro gobernador, cuando, viéndose rodeado por la masa de pseudodirigentes, se cree fuerte. Lo dijo Ibsen en su Enemigo del pueblo: "El hombre más fuerte del mundo es el que está más solo". La claque, el griterío y la adulación sólo les dan razón a los lerdos. Lo malo es que pueden imponer la sinrazón a los sensatos.(Opinión: Juan Cordera)

No hay comentarios: