La presión a los anunciantes es una herramienta del Gobierno para condenar a la desaparición a medios independientes. A poco más de dos años de su salida a la calle, el diario Crítica de la Argentina atraviesa una grave crisis económica que puede conducir a su rápido cierre o a su venta a algún grupo de empresas periodísticas. En su edición de anteayer, dos notas informaron sobre la grave situación. Una, firmada por su dirección y titulada "Las dificultades de los medios independientes", afirmó: "El no poder estar incluidos equitativamente en el reparto del mercado publicitario nos ha dificultado el día a día". La otra, con la firma de la comisión gremial interna, coincidió con términos similares: "No desconocemos el golpe que significa para las finanzas del diario la discriminatoria ausencia de pauta publicitaria oficial por parte de los distintos niveles del Gobierno". Una fuente de ese diario informó a LA NACION que, prácticamente desde su nacimiento, ese periódico, que se caracterizó por su independencia, sufrió tanto la falta de publicidad oficial como de la privada, y que en el segundo de los casos esa ausencia obedeció a presiones del kirchnerismo sobre los empresarios que anunciaban en Crítica o pensaban hacerlo. Agregó que presiones del mismo origen se ejercieron sobre los propietarios del taller donde se imprime el diario para que incumplieran el contrato de impresión, pero que la coerción no surtió efecto. Un Gobierno caracterizado por su temor a la prensa libre y por la guerra sin cuartel que libra contra los medios y los periodistas que ejercen esa libertad está a punto de quitarse de encima un diario que no dudó en ventilar casos de corrupción del kirchnerismo. En su momento, la revista Noticias denunció ante sus lectores la existencia de similares presiones sobre sus anunciantes. Otros medios, entre los cuales se encuentra LA NACION, también la han sufrido. Mientras tanto, los ataques del Gobierno a la prensa libre continúan y en ellos se enmarcan la ley de medios que el oficialismo logró sancionar, las denuncias infundadas contra directivos de la empresa Papel Prensa, los desembozados intentos por quedarse con esa sociedad, el "escrache" a periodistas mediante afiches anónimos y el incendio del automóvil de una periodista de Santa Cruz que investigaba al poder político provincial. Al mismo tiempo, han surgido nuevos periódicos -y están por aparecer otros- pertenecientes a empresarios cercanos al Gobierno. Son varias las revistas semanales de costosa factura gráfica y tan escasa cantidad de lectores como abundante volumen de publicidad oficial que ya se encuentran en manos de esos empresarios. De continuar este implacable proceso de asfixia a los medios indoblegables, y de captación de los más vulnerables, pronto llegará el momento en que podrán contarse con los dedos de una mano las voces que seguirán informando con independencia. Sin embargo, se engañan las autoridades si creen que la existencia de una prensa al servicio del poder político puede imponer por mucho tiempo una visión unívoca y falsa de la realidad. Lo lograron durante algún tiempo los regímenes totalitarios, pero finalmente siempre se impuso la realidad.
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