Luis Beder Herrera está convencido de que Menem es como Maradona: la gente lo sigue queriendo, pero lo prefiere afuera. El domingo, algo de eso sucedió en la provincia. Los riojanos, en niveles históricos por la ausencia de lemas en el partido peronista, dejaron fuera de juego a Carlos Menem y votaron en un 41,53 por ciento por otro jugador. Herrera se quedó con ese puesto, en la primera línea de un poder que en realidad coconduce desde hace 23 años. Fue menemista con Carlos Menem y el encargado de organizar los distintos armados políticos en la provincia, incluyendo el actual con el kirchnerismo. Aquí habla de su relación con el Gobierno nacional, de las alianzas futuras, de una provincia con 70 por ciento de niveles de pobreza, del voto cautivo, el clientelismo político y de su transversalidad: “No quiero decir que no soy culpable –dice–, yo también soy culpable”. Ahora está allí sin socios, dice, “porque me harté de trabajar para ellos”.
“¿Y ustedes qué piensan de Cristina?”, se le oye a Herrera, el hombre de La Rioja que en los próximos meses deberá cogobernar su provincia con los ganadores de octubre. “Yo ayer la escuché por teléfono”, dijo. “Y la verdad es que me sorprendió la dulzura de la voz: ahora, yo me pregunto, ¿por qué no habla así todo el tiempo?”
El hombre inició su llegada al poder riojano tal vez hace décadas, cuando comenzó su carrera política de la mano de Eduardo Menem como diputado provincial de Famatina. En los últimos años cambió de internas y diseñó la estrategia política de los últimos dos gobernadores de la provincia. Fue vicegobernador de uno y luego de otro hasta el 15 de marzo pasado, cuando Angel Maza se quedó fuera de la Casa de Gobierno y él se alzó con la gobernación. Sus detractores hablaron de golpe institucional, pero Herrera explica que sólo impulsó las denuncias que terminaron con la legítima expulsión del mandatario.
Desde entonces prepara este momento. Armó un gabinete transversal sumando a todos: desde radicales hasta sectores de la izquierda peronista. El mismo, ahora, se ancla en esa historia. Se acuerda de su militancia en la JP de Rosario, en los años previos al regreso de Perón, cuando estudiaba abogacía en Rosario y tenía como responsable de organización a Jorge Obeid. Más acá, y después de muchos saltos, llegó al gobierno con una campaña sacudida por denuncias por sostener prácticas de un clientelismo exasperante, donde su gobierno entregó hasta inodoros días antes de los votos.
–Para mí es una política correcta –dice.
–¿La del inodoro?
–No, la de los kit de baños. A mí me aterra que la gente no tenga baños, no puedo creerlo. Y esto reivindica la dignidad de la familia, de la gente del campo que no puede bañar a su familia. Y como yo hice un relevamiento hace dos años, y de ahí es que digo que hay 70 por ciento de pobreza. Y ahí me enteré de quiénes viven en las casas, si tienen baños, si son amas de casa, qué estudios tienen, si tienen baños, si no. Y me di cuenta de que en el campo había un 80 o 90 por ciento de gente que no tiene baño, y en la ciudad un 20 por ciento, acá en La Rioja cerca del centro, a cuatro cuadras de la plaza.
–La escena de la gente golpeando puertas por su kit, dos días antes de las elecciones...
–Me dijeron, pero, bueno, me desobedecieron porque les dije que el miércoles corten todo.
–Hasta Menem dijo que usted estaba repartiendo fondos que le había adelantado el gobierno nacional.
–Todo el mundo está confundido. Tengo una pelea con mis dirigentes por este tema. Porque si a mí vienen a darme plata un día antes del voto, yo a propósito voto por el partido contrario. Yo he conversado con la gente de los asentamientos, en un fogón comiendo tortilla, y la gente conoce muy bien la realidad. Entonces, ¿cómo pretenden convencerlos? Las encuestas dieron antes cómo venía la cosa y si fuera tan fácil modificar los resultados con el clientelismo, uno no haría política y diez días antes se pondría a repartir. Además, la cosa con Buenos Aires es atroz: se han llevado toda la plata del país y encima nos acusan de clientelismo, de pobres, de que no educamos.
–Cuando habla de Buenos Aires, ¿de quién habla?
–De todos los gobiernos del país, lo han hecho los sucesivos gobiernos, era casi perverso y esa perversidad la terminó haciendo Menem con Alfonsín, que mató al federalismo. Al perder nosotros las condiciones de federalismo, tenemos que construir de otra manera. Me duele mucho hablar en estos términos, pero a los coroneles de Mitre los mandaron después de la traición de Urquiza. Y cuando venían en la época de Maza, eran esos mismos coroneles de Mitre que venían desde Buenos Aires a decir que mandaban plata y a poner los nombres. ¿Qué tienen que meterse esos ministros nacionales? ¿Qué tienen que meterse en La Rioja, ni en todo el país?
–¿Se refiere a la fórmula del otro candidato del Frente para la Victoria, con Ricardo Quintela a la cabeza y el apoyo de Maza y Alberto Fernández? ¿Su lista se armó de otro modo?
–Yo no tengo acuerdos.
–¿Y Quintela?
–Mire lo que pasó: a Quintela, que era mi segundo hombre, lo llevaron a Buenos Aires. Lo llevaron con Maza, porque creen que acá se puede mezclar todo como en un licuado. Y no se pueden juntar las cosas como en un licuado porque eso es una falta de respeto.
–Usted llegó al último día de mandato con un apoyo del Gobierno nacional. De este modo parece que está tomando distancia.
–¿Del gobierno nacional? De ninguna manera. Para que les quede claro, acá hubo dos proyectos en pugna: el de Menem y el de Kirchner; yo representé el de Kirchner. Yo puedo tener críticas con el gobierno nacional, pero le valoro el tema de la deuda, la obra pública y la educación, que a mí me puede. Y yo se lo he dicho a él personalmente. Además, la plata es de la Nación, no del Gobierno. Yo creo que Kirchner tiene que reconocer eso porque, además, a La Rioja la tiene como último orejón del tarro, porque vivir en La Rioja es como ser un kelper en este país. Somos kelpers.
–¿Por Menem?
–Por todo. Por todo, desde Urquiza.
–La oposición le critica su historia de las alianzas que lo mantuvieron eternamente en el poder, primero con unos, luego con otros. ¿Cómo se explica la relación con Menem, luego con Maza y ahora con Kirchner?
–Yo no lo puedo decir, lo ha dicho el Negro Yoma: en los tiempos del ’91, o antes, yo he manejado mucho la cuestión territorial, la administración de las leyes, la relación con los intendentes, mientras ellos hacían otras cosas. No quiero decir que no soy culpable, yo también soy culpable.
–¿De qué?
–Y... de que Menem, por ejemplo, haya hecho cosas, o Maza. Yo tendría que haberme opuesto porque eso es una de las grandes cosas. Le voy a contar el secreto de mi vida: me enfermé gravemente y me fui. Me fui un año. No me quisieron aceptar la renuncia de un año ni la Legislatura, ni los ministros, ni el gobernador. No quisieron aceptar la renuncia. Reflexionando, dije: “Voy a volver”; y volví, pero distinto, porque me harté de trabajar para ellos. Ni Eduardo, ni Carlos, mi Maza, ni Luis, ninguno de ellos me puede decir nada, porque ninguno tiene autoridad moral, porque a ninguno de ellos, a ninguno, le fui desleal.
–Maza dice que lo traicionó...
–Pero no me lo pudo decir. Que se lo diga a los medios es otra cosa. Yo me tendría que haber opuesto a que Menem nos mande los ATN, porque todos sabíamos que al otro día que se iba Menem íbamos a caer al abismo. Mi error fue no haberlo dicho. El error fue ése de no parar ahí. Hicimos tantas macanas en esa época.
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